Al igual que tu ¡! DenjixReader ¡!

capítulo uno

Tengo mis ojos posados sobre el cielo, no es un día soleado y es bastante evidente que iba a empezar a llover en cualquier momento. Que podría sonar aburrido pero para olvidar toda esta soledad me bastaba con solo mirarlo, que por alguna extraña razón hacía que no recordara el dolor de estomago que a diario padezco por la comida que consumo cada vez que lo necesito, que en la mayoría están en mal estado por salir de un basurero, algunas veces me quedaba sin comer por días hasta encontrar algo que pudiera consumirse.

Con mi vista centrada en aquellas nubes grises. Empecé a sentir unas pequeñas gotas que mojaban mi rostro, seguía mirando con neutralidad aquel cielo nublado y ahora una pequeña lluvia cayendo sobre mi. Sino quería estar peor de lo que estoy ahora tenía que moverme de ese callejón, no tenía mucha ropa por no decir ninguna para cambiarme o secarme. Era difícil vivir en un lugar donde solía llover con bastante frecuencia y mucho más al no tener algún refugio donde poder resguardarme.

Me levante lentamente de aquel callejon escuchando como mis huesos crujían, mi cuerpo pesaba como si tuviera cientos de kilos encima mio, estaba segura que poco quedaba de mi, estaba tan cansada de vivir... Tenia nulas posibilidades dormir, por aquel dolor de estomago que cada vez era más punzante y agudo, como si me encajaran miles de agujas. Algunas veces trataba de conseguir dinero para comprarme algo de comer o alguna medicina que pudiera calmar el dolor, la mayoría de veces notaba como solo me miraban de reojo con preocupación como si quisieran ayudar y muchas otras con repulsión.

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Salí de aquel estrecho callejón con un brazo en mi estomago y la otra mano apoyada en la pared, veía alguna que otra persona corriendo para refugiarse de la lluvia y otras caminando tranquilamente con paraguas.

Para mi mala suerte, la lluvia se volvía mas intensa. Dí un gran suspiro, la ropa que antes estaba seca ahora estaba empapada. Mire hacia los lados buscando algún tipo de techo pequeño o refugio que me cubra aunque sea un poco pero búsqueda fue inútil, si quisiera entrar a las tiendas sabía que me echarían para evitar poner incomodos a los demás clientes.

Deambule con las fuerzas que tenía buscando algún rincón donde pudiera estar un rato. Por suerte encontré una casa notablemente descuidada con un pequeño tejado que a duras penas me cubría. Me quedé parada un buen rato esperando a que la lluvia cese o se vuelva menos densa, sin embargo se notaba que no tenía intenciones dé.

Por razones obvias, me terminé sentando en esa esquina que apenas cubría mi cabeza. Pese a que estaba tranquila, el dolor de estomago se convertía en un infierno para mi. Sentía como si me estuviera desgarrando por dentro, como si me darán cien apuñaladas en el mismo lugar. Gemí de dolor agarrando mi estomago con fuerza, notaba que poco a poco mi cabeza daba vueltas. Me sentía muy mal y justo ahora tenía un frío insoportable por estar empapada de lluvia.

Jadeando y titiritando, moví mi cabeza hacia arriba para poder mirar ese cielo nublado y lluvioso, moriría fuera de esa casa y observando aquella lluvia, poco a poco iba cerrando mis ojos para poder sentir por ultima vez las frías gotas de lluvia, al cerrar mis ojos mis oídos eran más agudos y podía escuchar a alguien que se acercaba a donde me encontraba. Abrí los ojos y me encontré con una hermosa chica pelirroja con un traje negro impecable y un paraguas del mismo color. Afortunadamente o desafortunadamente interrumpió el momento perfecto para mi muerte, se puso delante de mi observándome fijamente e instantáneamente puse mi atención en ella.

Me sentía como una presa herida delante de su depredador, no podía adivinar que clase de mirada era esa o en que podria pensando aquella chica. Ninguna de las dos decía absolutamente nada pero aun así no era un silencio absoluto, algunos quejidos salían de vez en cuando de mi boca, eso y la fuerte lluvia era lo que rompía aquel que podría ser el silencio más tenebroso que habría podido vivir. No había voces ni sonidos coherentes que llenaran nuestros oídos.