Pasadas las 2 de la madrugada se encontraba Sanji con su bebé en medio de la habitación, el rubio mayor se mecía suavemente intentado acallar los pequeños sollozos de el bultito con escasa mota color sol, entonando así una canción de cuna que le recordaba a su niñez cuando su madre aún vivía, en esas noches lluviosas en donde los brazos de su madre y su dulce voz lo hacían descansar en paz. Zoro, quien yacía despierto desde que el bebé empezó a llorar escuchaba con mucha ternura a su pareja cantarle a su pequeño bebé, lo cual le apretujaba el corazón sintiendo calidez en todo su pecho.
Desde que Sanji dió a luz fue difícil para ambos acostumbrarse a su nueva rutina, más aún siendo padres primerizos. Ninguno tenía el consejo de su madre para poder saber que hacer un domingo a las 2 de la madrugada sin tener idea de porque el bebé empezaba a llorar. Los cuidados básicos como, cambiarle el pañal, bañarlo, darle su leche y sacarle los gases eran bastante claros para ambos padres, pero cuando ya habían intentado de todo y aún así el bebé no paraba los empezaba a preocupar un poco.
Pero cuando Sanji le empezó a cantar al bebé todo parecía calmarse, el bebé empezó a disminuir su llanto y solo se podían escuchar pequeños y adorables balbuceos. Zoro se levantó de la cama dirigiendo sus pasos cerca de sus dos rubios, abrazando a Sanji por la espalda y recostando su barbilla sobre el hombro para tener mejor vista del bebé siguiendo el movimiento de Sanji y creando un baile suave al mecerse, Zoro depósito un beso en la mejilla de Sanji y otro en la pansita del pequeño, notando así que el llanto había cesado por completo y que ahora el bebé estaba profundamente dormido justo cuando Sanji terminó de cantarle.
Orgullosos ambos padres se miraron con una pequeña sonrisa cómplice y devolvieron al bebé a su cuna, el pequeño dormía en el cuarto de sus padres puesto que al ser un parto complicado, Sanji no podía moverse ni hacer ningún esfuerzo por lo que al regresar a casa después de que le dieran de alta junto con el bebé, decidieron mover la cuna a su habitación para que el rubio no hiciera mucho esfuerzo cuando tuviera que amamantarlo o alguna otra cosa que necesitara, si bien Zoro lo ayudaba en muchas ocasiones, alimentar al bebé era algo que solo Sanji podía hacer por el momento.
Arropando al bebé de apenas dos semanas con mantitas y asegurándose de que no se moviera mientras dormía, Sanji se dirigió a la cama nuevamente junto a Zoro, abrazados y con vista a su bebé, ambos quedaron dormidos con la tierna imágen de su angelito.
Hola!💫
Tal vez en un futuro edite los cortos haciéndolos un poco más largos. Por ahora es todo lo que puedo ofrecer jaja