La época de gran tristeza que cubría la tierra de Pandora finalmente había llegado a su fin, los alienígenas, fueron enviados de vuelta a su planeta, pues los Na'vi fueron victoriosos en la guerra de dos mundos. Después de una intensa batalla entre Quaritch y Jake Sully, los Na'vi se veían libres de la amenaza.
Solo algunos científicos y militares leales a los Na'vi se quedaron, como Norm, Max y aquellos que trabajaban con Grace. Ya no necesitaban a Toruk Makto; Jake Sully liberó al gran Toruk como símbolo de que la libertad de su pueblo había llegado. Pero para Jake, la verdadera paz y alegría tardarían en llegar. Aun después de la victoria frente a los humanos, Jake no se permitía festejar, pues su hermano ya no estaba.
Tsu'tey, un guerrero respetado y el futuro Olo'eyktan del clan Omaticaya, había sido más que un hermano para Jake. Había sido su amigo, su apoyo, su todo. Jake recordó con dolor el día en que, cumpliendo con el último deseo de Tsu'tey, tuvo que tomar su vida para evitarle un sufrimiento prolongado. Este acto lo destrozó, aunque sabía que era necesario, debilitó a Jake profundamente. Los días que siguieron a la muerte de Tsu'tey fueron un tormento. Solo encontraba consuelo cuando se desconectaba de su avatar, evadiendo así el dolor físico y emocional que representaba la pérdida de su Ultxabatai.
En ese tiempo, Jake no quería que nadie, especialmente Neytiri, se diera cuenta de cuánto le afectaba la muerte de su hermano. Era un dolor que no podía controlar, un sentimiento que no podía dejar ir a pesar de sus esfuerzos. Mo'at, la gran madre de los Omaticaya, había advertido a Jake sobre las consecuencias de su dolor no resuelto.
—Deberías esperar, Jake Sully, no podrás dirigir a nadie si el dolor te consume— le dijo Mo'at con su voz serena pero firme.
—El pueblo me necesita ahora —respondió Jake con determinación—. Yo puedo con esto.
Pero Mo'at tenía razón. Poco después, Jake tuvo que someterse al ritual de transferencia de su consciencia al cuerpo de su avatar permanente. El pueblo estaba reunido y como sucedió con Grace, Jake debía pasar a través del ojo de Eywa y volver. Eywa estaba allí, todos sentían su presencia. Toda la tierra latía con energía, los espíritus sagrados cubrían a Jake, fue muy complicado, tardó demasiado, poco a poco el tatuaje que compartía con Tsu'tey se desvaneció y finalmente, Eywa lo aceptó, permitiendo que Jake renaciera como un verdadero Na'vi.
Inicialmente, Jake visitaba todos los días el Árbol de las Almas, buscando consuelo y tratando de dejar ir el espíritu de su hermano. Con el tiempo, comprendió que lo mejor era permitir que su hermano descansara en paz. Aunque el dolor disminuyó, nunca desapareció por completo. Jake seguía cargando con la culpa de no haber podido proteger a Trudy su mejor amiga, ni salvar a Grace a tiempo, a quién consideraba su madre y amiga, ni a su hermano. La pérdida pesaba sobre él, pero jamás dijo nada.
Sin embargo, todo cambió cuando recibió la noticia de la llegada de su primogénito. La alegría que sintió fue abrumadora. Jake estaba tan emocionado como asustado, pues no sabía cómo criar a un bebé Na'vi. Se preguntaba si sería como un bebé humano y, si lo fuera, tampoco tendría idea de qué hacer. La idea lo tenía tan asustado y tan emocionado al mismo tiempo.
Es verdad que ahora Jake Sully era un verdadero na'vi, pero su mente y costumbres pasaban por una especie de hibridación, su mente y alma vivían en pandora como líder de un poderoso clan, pero hay cosas que parecieran no poder ser olvidados.
Para Jake Sully, cuidar de Neytiri se convirtió en un hábito casi obsesivo. Al principio, Neytiri se sentía agobiada por la constante atención de Jake. Aunque sabía que su preocupación nacía del amor y el temor a perderla, Neytiri no era una humana frágil; era una guerrera Na'vi, fuerte e independiente.
—Espera, Neytiri — Jake la toma del brazo con delicadeza, Neytiri solo quería volar un rato.
—Ma' Jake, no me pasará nada. Ven conmigo —dijo Neytiri, guiándolo hacia lo más alto del árbol en el que se encontraban.
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Love The Pain
FantasyEn el oscuro lado de la historia, los seres humanos emergen como una raza dotada de una dualidad intrigante. Por un lado, su capacidad para crear y aspirar a lo sublime es innegable; por otro, su codicioso deseo de destrucción y explotación de su en...