II - Linaje

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En uno de sus innumerables viajes, Raltaw encontró a dos niños que se convirtieron en sus protegidos, y a quienes crió como sus propios hijos. Después de mucho tiempo estando solo, encontró en ellos la compañía que buscaba y ellos encontraron en el, el hogar que nunca tuvieron.

A los dos los salvó. Cuando la historia que marcaría a toda una raza comenzó, los humanos ya atacaban los alrededores del clan Omaticaya, donde se encontraba el árbol casa de los mismos, y después de cada ataque Raltaw llegaba a salvar lo poco que lograba sobrevivir.

El primero, y el mayor, era un joven na'vi. Su cabello era tan blanco como la nieve, un rasgo extremadamente raro entre los na'vi qué Raltaw había conocido claro.

El pequeño fue hallado en circunstancias terribles que describe perfectamente la crueldad de las personas del cielo. Su clan, creyéndolo muerto tras un despiadado ataque humano, lo habían enterrado, sin saber que seguía vivo, un Raltaw de avanzada edad lo encontró en la tumba improvisada y poco profunda en la que lo dejaron.

La tragedia y desolación se combinaron, pues el joven de no más de tres años apenas respiraba, aferrándose a la vida con una fuerza admirable. Su singularidad hizo que Raltaw se diera cuenta que aquel niño no pertenecía a este clan, ni a ningún otro del bosque.

- Ohh pequeño, este no es tu lugar, ¿cómo llegaste hasta aquí?- dijo con tristeza, la crueldad humana lo seguía sorprendiendo, el cuerpo del pequeño apenas se movía. - Ya no estarás más solo pequeño.- continuó.

Nombrarlo como su hermano pasó por su mente, pero el miedo de que tuviera el mismo destino hizo esfumar esa idea. A si que optó por uno que tenía en mente aunque no recordara de donde. -Jackson será tu nombre, serás libre de darle es significado que elijas, porque eres el que vivió, tu fortaleza te ha salvado, que la tierra sea tu hogar y que ahí encuentres tu camino...- después de la ceremonia improvisada, lo cubrió con el manto mas suave que poseía y lo llevó consigo al lugar donde se refugiaba en ese entonces.

Raltaw lo rescató y cuidó como solo él podía hacerlo, le ayudó a recuperar la fuerza que había perdido. Ese mismo año Pandora se había liberado de los humanos, estos fueron enviados de nuevo a su planeta por Jake Sully, el séptimo Toruk Makto, jinete de Toruk la bestia del cielo, igualmente fue quien se volvió líder del Clan Omaticaya. El viento susurraba historias, los árboles hablaban con Raltaw, fue así que se enteró de aquel hecho.

Mismo hecho que resonó en su mente. ¿Aquel general habrá muerto en la batalla?, seguramente ya no era tan joven como en ese entonces, pero sabía de la existencia de los avatares, por lo que jamás perdió cautela.

Otras ideas pasaron por su mente, cuando encontró a Jackson probablemente tenía tres o cuatro años, y con el tiempo que pasó el joven peli blanco tenía cinco años, tal vez más, su crecimiento era impresionante.

Y se preguntaba si al no haber peligro por la presencia de los humanos, Jackson podría tener un hogar en ese clan... Pero no pudo, se había encariñado tanto con aquel muchacho que no fue capaz de entregarlo, pues sabía que los humanos volverían y que aquel pueblo estaría en la mira.

Jackson, en tan solo un año creció rápidamente, y se volvió un joven muy fuerte bajo la protección de Raltaw, quien se convirtió en su mentor y figura paterna.

-¿Por qué mi cabello es blanco papá? - preguntó un Jackson curioso, pues no era tan viejo como su padre como para tener el cabello blanco como el.

-Es porque eres aún mas anciano que yo pequeño Jack - bromeo mientras entre risas cargaba a Jackson sobre sus hombros.- Eres especial y el color de tu cabello solo trata de hacer físico algo que no se puede ver.- soltó con calma.

Love The PainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora