Capítulo único

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Capítulo Único.

A las siete de la mañana, de forma muy puntual, las lechuzas entraron en desbandada al comedor de Hogwarts llevando el correo matutino. Algunas llevaban cartas en sobres bien sellados, otras cargaban con objetos más pesados cuyas formas se adivinaban entre escobas o libros, otras llevaban tan solo el periódico del día pero, la que se posó frente al maestro de pociones en la mesa del profesorado, tan sólo sujetaba con sus garras un simple trozo de papel doblado que carecía tanto de remitente como del destinatario.

Severus, quien no esperaba recibir ninguna misiva aquella mañana, tomó el papel y le ofreció unas migas de pan al animal. La lechuza hizo caso omiso de lo que se le ofrecía y salió volando sin demora, denotando que el remitente no necesitaba ninguna respuesta.

Por sus años como espía sintió a su izquierda que había llamado la atención de Minerva, y que esta intentaba mirar de reojo aquello que le había llegado, lo que provocó que gruñera para sus adentros. En su calidad como subdirector— cargo que aceptó a regañadientes— debía sentarse a la mesa a la derecha de la directora, pero eso siempre provocaba que no pudiese recibir ninguna correspondencia de forma tranquila.

Haciéndole entender que no le dejaría ver nada, desdobló el papel lo mejor que pudo, ocultándolo con sus manos. De todas formas, solo había una corta línea que no requería que tardara mucho en leerla:

Necesito que nos reunamos hoy en la noche. Tenemos que hablar.

Severus estrujó la pequeña misiva entre sus manos, pero el carraspeo a su izquierda le hizo girar en esa dirección. Minerva le sonrió, casi con burla en el rostro, y no tuvo ni un ápice de vergüenza en apuntar el trozo de papel entre las manos de Severus y preguntar:

—¿Algún problema?

Severus pensó que Minerva suplía muy bien el puesto de Albus, incluso tenía la dichosa costumbre de meterse en los asuntos ajenos que una vez tuvo el viejo mago.

—Todo en orden —. Fue lo único que salió de su boca.

Ella levantó una ceja, como si dudara de la veracidad de aquella respuesta, y giró su rostro para conversar con el profesor que tenía al otro lado. El profesorado restante no vió o escuchó nada de la conversación entre la directora y el maestro de pociones, o por lo menos eso parecía.

Severus, por su parte, guardó la arrugada misiva en el interior de su túnica y se dispuso a terminar de comer su desayuno. O por lo menos, a fingir que lo terminaba, pues aquellas pocas palabras habían hecho mella en su mente.

No necesitaba ninguna firma al pie de la misiva para saber quién había escrito aquellas desgarbadas líneas y, aunque sabía que el más joven tenía tendencia a la exageración en ciertos aspectos, la frase "tenemos que hablar" provocaba en Snape una sensación más que desagradable. Caviló mucho en silencio acerca de lo que podría tratarse aquello, hasta que una corta frase a su izquierda llamó su atención.

—Hoy viene Harry.

Aquella frase había sido dicha por la voz masculina que hablaba con Minerva. Pero la directora, como si supiera que habían captado la atención de Snape, volvió el rostro nuevamente en su dirección con una gran sonrisa.

—¿No es eso magnífico Severus? Nuestro ex alumno vendrá a ver el torneo de Hufflepuff contra Gryffindor.

—¿Y eso en que me afecta a mí, Minerva?— respondió de forma arisca, sin dejar de mirar su plato.

—¿No te interesa la presencia de Harry en Hogwarts? Yo pensé que ustedes se llevaban bien, y que quizás te interesaría saberlo.

Severus entrecerró los ojos, no dejándose encandilar por la gran sonrisa de la mujer que, aún sin verla, sentía que se ensanchaba cada vez más.

Tenemos que hablar (SNARRY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora