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tres años después

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tres años después.

—¿Quieres apresurarte, Kennedy? —la miró con recelo mientras jalaba su baúl hacia la entrada del tren— Quiero ser el primero en entrar al vagón de prefectos.

Ella sólo se limitó a observarlo y a asentir con la cabeza mientras caminaba detrás de él.

—Ken... —susurró Theodore, quién venía a un lado de ella.

—No te preocupes, Theo, está teniendo un mal día. —dijo regalándole una media sonrisa— Estaré bien.

Él imitó sus actos y se alejó buscando a Blaise Zabini entre los compartimentos.

Los deseos de Draco se habían vuelto realidad, cuando ambos entraron al compartimentos en donde los prefectos de quinto año de cada casa se reunirían, se dieron cuenta de que eran los únicos prefectos, acompañados de los cuatro premios anuales de las distintas casas.

Kennedy tomó asiento, en silencio, mientras Draco le tomaba con fuerza la pierna.

Cuando volteó a verlo, se dio cuenta que tenía la mandíbula apretada y los ojos fijos en el chico premio anual de Ravenclaw.

Posesivo.

El chico desvió la mirada y no volvió a posarla en Kennedy, ella estaba segura de que jamás volvería a hacerlo.

Comenzaba a aburrirse cuando la puerta se abrió y Hermione Granger y Ron Weasley entraron al compartimento.

Esto se acaba de poner interesante.

A Kennedy jamás le había llamado la atención Ron Weasley, los pelirrojos no eran su tipo, aunque debía de confesar que de vez en cuando fantaseaba con uno de los hermanos mayores de Ron; Fred Weasley.

El año anterior se había sentido celosa de Angelina Johnson cuando la vio entrando al baile de Navidad del brazo de Fred y más aún cuando a media noche ellos seguían bailando y divirtiéndose en la pista de baile mientras que Draco la sacaba a rastras de ahí, diciéndole que era patético que quisiera pasar toda la noche meciendose en los brazos de él al ritmo de la música.

Sí, debía aceptar que era patética la idea de pasar un momento romántico con él, o por lo menos parecía ridículo de unos par de años para la fecha. El Draco de trece años hubiera estado encantado de bailar toda la noche junto a ella, mientras que el Draco de dieciséis a duras penas le hacía un cumplido.

Él nunca le iba a poder dar todo lo que ella quería y si ella alguna vez mencionara algo acerca de lo infeliz que era a su lado, nadie le creería, mirarían el brazalete de plata en su muñeca, el anillo de oro blanco en su dedo y el collar de perlas alrededor de su cuello y le dirían:

"¿Por qué, si él te da todo?"

Todo excepto amor, ella pesaría, pero simplemente se limitaría a asentir y fingir que había dicho una insensatez.

𝖇𝖆𝖉 𝖉𝖊𝖈𝖎𝖘𝖎𝖔𝖓𝖘 - harry potter. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora