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─¿Eh? ─Lionel parpadeó rapidamente ante lo dicho por el menor. Lo miró confundido, con la esperanza de haberlo escuchado mal. Si bien él también había reaccionando ante el ruido, pensó que simplemente seguirían como si nada.

Y aunque Emiliano realmente había propuesto parar, no tuvo la intención de hacerlo. Su cuerpo no se apartaba del contrario. Y sus ojos, por más que intentara ocultarlo, transmitían deseo.

Él quería continuar. Sin embargo, necesitaba una confirmación por parte del diez como para saber que iban a llegar hasta el final. Así que, supo que no tenía que volver a emitir palabra cuando a Messi no pudo importarle menos toda la yerba desparramada, estirando su mano y agarrando la nuca de Martínez, para continuamente volver a estrellar sus labios.

El arquero ahogó un jadeo, y se apresuró a pegar todo su cuerpo al ajeno. Cada parte de ambos entró en contacto, con roces estimulantes y la piel encendida.

─Está- está incómodo el sillón ─Lionel habló como pudo, sintiendo que no podría seguir mantiendo la misma posición.

El más alto no dijo nada. Se levanto presurosamente y tiró del brazo del otro, provocando que se parara. En un ademán, tomó el cuerpo del delantero entre sus brazos, apretándolo desde su parte trasera. Messi suspiró ante el toque, casi que rendido. Y mientras Emiliano se encaminaba a la habitación, chocó con mínimo tres muebles más, los cuales ignoró olímpicamente. La desesperación que había recuperado tan solo unos minutos atrás lo estaba llamando. Lionel quiso reír cuando al cuarto golpe, Emiliano soltó un "la re putísima madre" entre sus labios.

Se separó para mirarlo, aún encima del menor.

─Sos bruto, eh. ─Martínez dejó de mirar al mueble con el ceño fruncido para pasar a mirar a quien sostenía en sus brazos.

Sonrió con una pizca de picardía, bajando el tono de su voz, logrando que ésta saliera más grave y ronca de lo normal.

─¿Querés que sea bruto? ─cuestionó, acompañado de un apretón violento en la parte trasera de los muslos de Lionel. Éste arqueó la espalda, como por quinta vez. ─Bueno, se ve que sí.

Messi se escondió en su hombro, con el rostro ardiendo. Había hecho un descubrimiento acerca del dolor. Que tal vez, en ciertos contextos, era más placentero de lo que se podía percibir.

─Dejá de hablar y caminá... ─su voz notablemente avergonzada.

Martínez acató la orden y aprovechó que el rosarino había dejado su cuello a la vista. Los labios del arquero comenzaron a dejar húmedos besos sobre su piel, no tardando en adherir su lengua. Lionel gimió inevitablemente. Le sorprendía todo lo que Emiliano podía hacer al mismo tiempo.

Finalmente llegaron a la cama. El más alto lo soltó sin avisar. Y desde abajo, antes de poder quejarse, a Lionel le tocó observar la acalorada escena de Emiliano desvistiéndose, al mismo tiempo que sus respiraciones agitadas invadían la habitación.
Decidió imitar al otro y comenzó a sacarse la ropa. El marplatense había terminado primero, así que en cuanto lo hizo, gateó desde los pies de la cama hasta donde se encontraba Messi terminando de sacarse el pantalón. Martínez no lo dejó proseguir, ya que sus labios se avalanzaron a lo largo del torso desnudo ajeno.

Las manos de Lionel tiraron de los hombros de Emiliano, el cual acariciaba firmemente los costados del otro, besando desde sus pectorales hasta su pelvis, exaltándolo cuando sintió aquella parte siendo tocada. El bulto del mayor estaba recibiendo la atención que venía necesitando.

Dirigió su vista hacia abajo, solo para encontrarse con los lujuriosos ojos de su arquero. La lengua del mismo se paseaba por toda la zona; incluso frenó unos segundos en aquel tatuaje en forma de beso que Lionel tenía en su parte baja.

𝗞𝗜𝗦𝗦𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗥𝗘𝗚𝗥𝗘𝗧𝗦 messi, dibuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora