Parte I

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Parte I

Taxi


—¡Mira, hyung!

Jimin rodó los ojos. Su acompañante sonaba en verdad emocionado por la mínima cosa. Parecía que Jeon JungKook jamás había visto un edificio en su vida, ni luces... ni personas. Todo Tokio lo tenía loco de la emoción y el chico anhelaba empaquetar cada rincón con su cámara para llevárselo de regreso a Corea en tres días.

Y eso que ambos habían llegado a Japón hacía apenas media hora.

JungKook pausó el que debía ser su tercer o cuarto video, maravillado por el juego de luces que adornaban el puente Rainbow. Entonces, apartó el lente de la ventanilla del taxi y comenzó a enfocar a su compañero.

—Sí, Kook, qué bonito —dijo Jimin, sin prestarle atención, a medida que revisaba algo en su teléfono.

—Ni siquiera estás viendo —se quejó JungKook, como un niño pequeño—. Definitivamente tenemos que volver.

—Acabamos de llegar. Y no hay mucho que ver: está lloviendo —rió el rubio, levantando la vista, encontrándose con la cámara apuntándole directo al rostro—. ¿Qué haces?

—Filmar —respondió el azabache, encogiéndose de hombros—. Ya te había dicho que quería hacer un video de Tokio. Aparte, se empañaron mucho las ventanas y ya no puedo grabar fuera...

—Un video de Tokio, no de mí —refunfuñó Jimin—. He estado ajetreado todo el día, llevo horas viajando y en los aeropuertos, no he comido nada en toda la tarde y estoy realmente cansado... Debo de salir hinchado y desprolijo, no me filmes.

—No te olvides de ojeroso y despeinado...

—Sí, eso también —asintió Jimin, sonriendo pero con sarcasmo—. Gracias por recordármelo. ¡Oye! Te dije que apartaras eso de mí...

—Hyung, no sales tan feo —dijo JungKook, aún grabando—. Es un lindo recuerdo. Tu cara de anciano con las luces del puente detrás. Las armys deben querer ver eso...

Jimin volvió a reír.

—No hay manera que alguien quiera verme así —sentenció y después hizo una cara graciosa, seguro de que JungKook borraría sus partes cuando editara el video.

El azabache también rió, grabando cada segundo de aquel momento.

—Bueno, ahí si te ves bien feo —dijo, frunciendo la nariz.

—¡Ya! Aparta eso de mí, niño —Jimin carcajeó, queriendo tapar el lente de la cámara con su mano.

—¿A quién le llamas niño, hyung? —exhaló JungKook, siguiéndole el juego—. Sólo soy dos años menor.

—Un niño —repitió Jimin.

—Al menos no mido como uno.

Jimin largó una carcajada sin poder contenerse y comenzó a manotear la cámara de JungKook para quitársela.

—Te mostraré lo que mis 174 centímetros pueden hacer —dijo, en tono amenazante pero con una sonrisa en el rostro mientras JungKook hacía lo posible para que Jimin no alcanzara su cámara, también entre risas.

El taxista los miró con atención por el espejo retrovisor y, no comprendiendo nada de coreano, preguntó:

¿Hermanos?

Jimin y JungKook se quedaron quietos de pronto y ambos dirigieron su mirada al conductor.

¿Disculpe?

Bajo la luna de Tokio [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora