1° capitulo.

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El final de un largo viaje, daba comienzo a la vida en el trono del gran sultán Suleimán Khan, hijo del difunto sultán Selim I.

Todo el palacio se regocijaba en celebración del nuevo sultán, adornando el entorno con danzas, risas y delicias para endulzar el paladar.

Entre festejos, el crepúsculo no se hizo esperar, cubriendo los cielos con su oscuro manto adornado de estrellas y bordes naranja.

En su primera noche como gobernante, Suleimán tuvo la compañía de una de las bellas concubinas, que se encontraba preparando la habitación del monarca. Toda una suerte en bandeja de plata, deseada por muchas mujeres en el reconocido harem.

Terminada la unión, la joven recostada en las suaves almohadas, miraba con ojos embelesados al apuesto hombre a su lado.

—Ya te puedes retirar —dijo sin más, mientras se colocaba sus prendas de cama y se ponía en pie.

Con una sumisa reverencia, la concubina acató la orden dada, para dejar aquel lugar.

El Sultán tomó rumbo hacia las puertas secundarias que conectan su habitación, con la recámara de descanso del nuevo encargado de sus aposentos, Ibrahim de Parga, su fiel amigo.

Las puertas se abrieron repentinamente, tomando por sorpresa al antiguo halconero de su alteza. Quien al ver ingresar al sultán en la pequeña habitación, se puso de pie, mientras parecía ordenar rápidamente lo que había sobre una mesa con papeles.

—Supuse que seguirías despierto Ibrahim —dijo con una sonrisa en su rostro.

—Mi majestad. —Hace una reverencia—. Pensé que estaba descansando.

El hombre erguido notó lo inquieto de su compañero, y como torpemente, parecía esconder unas hojas detrás de sí mismo.

—No podía dormir.  —Observó por un momento al contrario con una mirada dudosa-. Ven Ibrahim, hay que sentir el aire del bósforo antes de descansar.

—De acuerdo su majestad —dijo mientras seguía los pasos del contrario.

La refrescante brisa, movía las ramas de los árboles, rompiendo un poco del sepulcral silencio de la noche.

[Al día siguiente]

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[Al día siguiente].

Ibrahim se encontraba en la recámara junto a la habitación del soberano. Estaba absorto en sus pensamientos, mientras miraba uno de los pequeños muebles en la esquina de la habitación.

—(Debo deshacerme de esos papeles, o de lo contrario...)

La noche anterior, debido a los apuros causados por la imprevista visita, le habían hecho dejar descuidadamente, un secreto mal guardado.

Unos golpes en la puerta principal le sacaron del trance.

—Pase.

—Ibrahim, las muchachas ya se encuentran en el patio. Por favor, venga a escoger la que mejor le parezca para la celebración de ésta noche —decía cortésmente Sumbul Aga, uno de los encargados del harem.

Una Velada Para Recordar (Suleimán x Ibrahim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora