Hijos de la guerra.

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Sentadas las nodrizas cuentan las frías hojas que caen del árbol de las causas justas que persiguen la injusticia.

Hijos del fuego, heraldos del odio que nos carcome.

Ángeles caídos que condenan al justo.

Infierno de corazones ennegrecidos por el cansancio de la batalla.

Ese lugar de donde los esposos y los hijos de la verdad nunca vuelven, y la comparsa de metales hace temblar la tierra ya estéril.

Pesada.

Vibrante fango carmesí que se multiplica, bajo la incesante intensión maldita de la mano divina.

Divide todo lo que ancestros unieron con sonrisas y dulces palabras bajo noches del infinito universo.

Las noches no pueden anochecer si sus hijos no duermen.

Para crecer se debe buscar el cielo.

No empujarse contra la tierra.


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