Prólogo: Aquél Día

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Acto I: Todo a su tiempo Izuku

Lloraba, sin intención de mermar mi acción, el dolor era insoportable, mis musculos ardían como nunca antes, ya hace tiempo y habían comenzado a fallar a tal punto que la gran mayoría de mis movimientos estaban restringidos únicamente por el sobre esfuerzo.

Se que era yo quién había decidido esto, pero salto cielo, soy solo un niño, ¿a quien se le ocurre llevarme a éste punto?.

Mi respiración se había tornado tan pesada que la sensación de ahogarme por falta de oxígeno se había hecho una realidad, no puedo evitar anidar un simple pensamiento en mi cabeza.

«Voy a morir»

-Ponte de pié enano.-Aquella orden entro por mis oídos, mi cuerpo se forzó a acatar sin rechistar.

Parado firmemente tal y como un soldado, pude apreciar al emisor de esa imponente voz.

No se trataba de una persona, no del todo, su cuerpo cubierto por lo que aparentaba ser un traje de entrenamiento morado adornado con una capa blanca, lo único apreciable a la vista era su gran altura, y su rostro verde, imponente, su expresion aparentaba enojo, en su frente dos antes que destacaban junto a sus grandes y puntiagudas orejas.

Se acerco lentamente hacia mí y colocó su mano sobre mi cabeza, gentilmente frotó aquel lugar como si de una muestra de cariño se tratara, mientras eso sucedía el dolor y fatiga de mi cuerpo lentamente desaparecía, tras unos segundos detuvo su acción y se alejo unos centímetros de mi; sorprendido solo atiné a cuestionar:

-¿Qué fue eso?

-Una técnica sencilla, utilizo mis reservas de Ki para restablecer tú vitalidad, en pocas palabras soy capaz de sanar tus heridas y disminuir la fatiga.

Sin dudas el Ki es demasiado útil.

-No creí que el Ki funcionará para curar heridas. -Mencione impresionado.

-No solo eso, el Ki tiene una cantidad insana de aplicaciónes, puedes hacer muchas cosas con él, claramente con sus limitaciones.

-¿Entonces me enseñarás a hacer cosas como curar a la gente?. -interrogué emocionado, poder ayudar así a la gente sería increíble, podría salvar a muchas personas, y mentiría si dijiera que aprender a usar el Ki no era algo que llamara mi atención.

Mientras examinaba las posibilidades en mi mente, un golpe aterrizó en mi cabeza haciendo que saliera así de mis pensamientos, y, a su vez, dejándome en el suelo.

-Pensé que ese golpe no sería tan fuerte. -Mi maestro mencionó con una mueca extraña en su rostro para luego cambiar a una expresión más seria.- Aún no te enseñaré a usar el Ki

Lo más adecuado sería decir que sentenció aquello, no aparentaba estar dispuesto a retractarse de su postura.

¡Pero!, Soy bastante terco.

-Señor Picollo, quiero ser un héroe, sin un Quirk mi mejor opción es aprender a usar el Ki, ¡Usted me prometió que me enseñaría a hacerlo! ¡Dijo que me daría las herramientas para cumplir mis sueños!.

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