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22

Cuando YoonGi escuchó a JiMin cerrar la puerta de su casa detrás suyo, soltó un suspiro cansado y aliviado, el cual no tenía idea de que debía soltar.

Aquellos simples 10 minutos de discusión en su trabajo le habían dejado exhausto, y eso que él ni era el que había discutido con la rubia. Y de camino a casa, YoonGi comenzó a pensar y a cuestionarse si su comportamiento iba o no afectar en su relación con JiMin, si HyeJin seguiría sospechando -ahora aún más, y con más razones- y si se debió quedar callado y oculto con tal de que JiMin se librase del problema por su cuenta.

YoonGi se mordió el labio, escuchando a JiMin quitarse los zapatos y colgar la chaqueta que llevaba en el perchero de la entrada, y YoonGi mordió su labio preocupado, ¿Y si JiMin se enojaba con él por haberse metido en un tema que no le incumbía? Bueno, en este caso sí lo hacía, porque él mismo fue la principal razón para que JiMin no se enamorara de HyeJin.

De pronto, y en medio de sus más profundos pensamientos mientras se mordisqueaba el labio y la punta de su dedo índice, sintió la presencia de JiMin detrás suyo, su aroma a almendras y aquella fuerte respiración chocando contra su nuca. La preocupación de que JiMin estuviese enojado se esfumó al sentir aquellos gruesos brazos rodear su cintura y dejarse caer hasta el hueso de la cadera, entrelazando sus dedos en el vientre de YoonGi y acercándolo suavemente del cuello, como si fuese un objeto frágil, codiciado y querido.

Sintió el duro y ancho pecho de JiMin en su espalda, y tirando un poco la cabeza hacia atrás, la apoyo en el hombro de este mismo, mirándole entre sus desordenados cabellos rubios con una mueca de mal gusto. Y JiMin, de alguna u otra forma, intuyó aquello que pasaba por la cabecita de YoonGi, con solo ver esos ojitos, supo lo que atormentaba a su pequeño. Por lo que, con una pequeña sonrisa, dejó un sonoro beso cargado de cariño en la frente descubierta y tersa, justo en el surco despejado de su cabello.

"Me haz salvado de una grandísima, Yoonnie, muchas gracias", le habló, con total sinceridad y viendo el rostro de YoonGi iluminarse, esas pequeñas y gorditas mejillas abultarse ante la sonrisa que le dedicó, y JiMin pudo jurar que cayó un poquito más por YoonGi con tal imagen.

YoonGi, colocándose de puntitas, dejó un pico en la mejilla de JiMin, con las mejillas levemente sonrojadas y tirando de las grandes manos contrarias para separarse del cuerpo contrario y caminar perezosamente por la casa de JiMin, pasando de la puerta de la cocina en donde pudo ver a Holy, el perro de JiMin, comer desde su plato al lado del lavaplatos, y entrando a la sala de estar para dejarse caer en el sofá de dos cuerpos.

Miró a JiMin seguirle los talones, y haciendo inconscientemente un puchero cin los labios, estiró los brazos y abrió y cerró sus puños incontables veces, diciéndole al castaño que viniese a recostarse con él y mimarlo como el niño que era.

JiMin no tardó nada en captar lo que quería, y soltando una risita por lo malcriado que parecía ser YoonGi, caminó el par de pasos que lo separaban de su cosita y se dejó caer a su lado, enterrándose entre los almohadones y sintiendo enseguida el peso extra en su torso. YoonGi había colocado su cabeza en el pecho de JiMin, lo suficientemente abajo como para escuchar sus latidos irremediables, y con su dedo indice, ociosamente comenzó a trazar en la suave tela de la camiseta que llevaba JiMin patrones que ni él mismo entendía.

"Realmente tuve miedo", susurró YoonGi, llamando la atención del pelinegro, quien le miró desde arriba.

"YoonGi, sabes que no toleraré si ella te dice algo cuando lo descubra, ¿cierto?", el menor asintió, soltando un pequeño sonidito que JiMin tenía que clasificar como tierno, "aparte de que, ya no voy a aguantar mucho tiempo más sin ir hasta tu trabajo y comerte la boca si paso demasiado tiempo sin verte"

YoonGi abrió los ojos como plato y se apartó sorprendido de JiMin, el chico tenía una sonrisa en el rostro, burlona, pero muy dentro de si, YoonGi sabía que JiMin no le estaba tomando el pelo. Arrugando la frente, le dió un pequeño golpe en el pecho, fingiendo molestia, pero con el impulso de que salió de su cómoda posición para sentarse a horcajadas en las piernas gruesas y tonificadas de JiMin.

Enseguida, aquellas manos apresaron su cintura, dejando pequeñas caricias en el borde de su pantalón y tanto en la piel de la misma zona debajo de su camiseta.

"Bueno, le dijiste a HyeJin que iríamos a ver un videojuego", YoonGi arqueó la ceja, sin entender el punto y logrando una risita aguda de JiMin, una de sus favoritas y la que logró calentar su estómago agradablemente, "¿Qué tal si jugamos?"

"No entien-", YoonGi no pudo terminar antes de sentir los rápidos labios de JiMin impactar con los suyos, soltó un gemidito de sorpresa ante aquello, indudablemente siguiéndole el beso mientras colocaba sus manos en los anchos hombros de JiMin para sostenerse.

Esos hombros que HyeJin había tocado hoy mismo.

No se consideraba celoso, pero si se trataba de JiMin, el sentimiento de querer tocarlo solo él era bastante latente en muchas situaciones. Él solamente quería tomar su mano, sentir su piel caliente, esconderse en su cuello o ser rodeado por esos fuertes brazos.

JiMin adentró su lengua a la boca de YoonGi luego de morder el labio inferior de este mismo, y YoonGi no pudo hacer más que comenzar a jugar con la lengua contraria, y acercarse un poco más a JiMin, dejando caer su poco peso en los muslos y sus piernas encajándolas suavemente en la pelvis contraria.

YoonGi tiró despacio de los cabellos de la nuca de JiMin, más abajo y profundo, lamiendo y succionando uno de sus belfos con vehemencia y suspirando entremedio del potente beso. JiMin le comía la boca con avidez, moviendo sus labios de forma rápida y recorriendo su boca con la lengua antes de juntarse con la contraria. Choques de dientes, pequeños soniditos y el sonido de la ropa contra el otro era lo único que se escuchaba.

Claramente, hasta que Holy llegó a la sala de estar, y clamó atención con tres fuertes ladridos que hicieron saltar a YoonGi sobre JiMin, y ante eso, este sacar un gemido de dolor y separarse del beso.