El sacrificio del soldado joven

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Han pasado tres meses desde que mi cielo se ha pintado de color gris, el sol no sale como antes, los pájaros parecieran ausentes, todo perdió su encanto, su carisma...hace unos día atrás yo era el chico más feliz del mundo, tenía a mis padres, estudiaba en la preparatoria, hacía deporte, sacaba diez en todo...todo era perfecto excepto por las burlas, los demás me veían y se reían de mi, de alguna forma me hacían ver como una piedra, eso era frustrante para mi. El único consuelo era mis padres, ellos me apoyaban, me levantaban cuando me desmoronaba en pedazos, luego todo quedaba en el olvido por un instante...volví a sonreír y caminar hacia adelante.

Pero todo eso cambio, mis padres eran agentes de élite, fueron asignados a una misión peligrosa en un helicóptero, cuando llegaron al lugar objetivo los derribaron a gran altura...cayeron rápido...no tenían tiempo de despedirse uno del otro y...fallecieron. En ese preciso momento yo salía de la secundaria algo preocupado y herido psicológicamente por insultos, pensaba "Esto no puede ir a peor"...pues si que puede.Un oficial me interceptó a medio camino, por su mirar tan apencado, caminar lento y limpiándose la mejilla derecha podía percibir a duras penas que algo no andaba bien. Se acercó hacia mi, puso sus temblorosas rodillas en el suelo, se quitó su sombrero de oficial en jefe y dijo —Niño...lamentomucho decirte esto pero...tus padres murieron en un helicóptero...—anunció en voz baja y algo partida...arranqué a llorar fuerte...después me dijo —Y lamento esto pero, por ley, debo de llevarte a un orfanato— claro para mi era una pesadilla más por lo de mi fama de velocista en la ciudad, le rogué para no ser mandado a ese lugar, que hacia cualquier cosa para no estar en otro lugar en donde me molestaran, el policía veía mi sufrimiento interno y puede que algún moretón por lo cual entendía el problema, pero como ley es ley debía de incorporarme en algún lugar. El policía me hizo la propuesta de entrar a la milicia a cambio de no decir nada...no me quedo de otra, tuve que aceptar.

Dejé la institución para dedicarme a entrenar en mi corta edad la puntería, mentalidad y agilidad. Era difícil pues en ese sentido era muy llorón, sin embargo, al pasar de los días, me volvía más frío, prácticamente me olvidé de llorar, ahora cualquier insulto me era indiferente, solo hacía caso a ordenes y listo, esa fue mi paternidad hasta ahora.

Actualmente me mandaron al campo de batalla con un rifle listo para dispararle a los robots comandados por el doctor Eggman. Ahora no había nadie quien me impulsara, no estaban mis padres, no había palmadas en la cabeza para relajarme, todo lo debía de hacer yo, pase de sentir las manos de mi padre en la espalda a rifles de asalto y dolores los cuales debía de enfrentar para seguir adelante.

Al llegar, me baje del auto respirando el polvo de los carros pasar. Tenía mucho miedo, pero debía de mantenerme mentalizado si quería ver la luz del sol otra vez, aunque mi destino a este punto era incierto. Comencé a dispararle a los robots lejanos para ganar terreno, no sabía cómo, pero le atinaba a todos, ayude a mi equipo a avanzar hacia zonas donde el peligro era alto ganándome el respeto del resto. Desde entonces no paraba de escuchar mi nombre en oraciones tales como "Ese niño Flaron me ayudo a cruzar y rescatar a los inocentes" "Flaron me ayudo a montar una estrategia infalible para destruir la primera bomba" "¡Tu no lo insultes! ¡Al menos Flaron estudio algo en la preparatoria!" Cosas así, bueno no me gustaba precisamente ser idolatrado, pero al menos eran mejor que los insultos de mis compañeros anteriores.

Me empezaba a acostumbrar al ambiente, la motivación era bastante al escuchar aquel apoyo de los demás, me convertí no solo en el soldado con más rango de todos portando ahora un traje anti impactos asignado por mi superior, también era el único animador de tropas. Todo iba bien, de echo tenia en mente seguir en esto después, empezaba a ver en ese triste lugar mi hogar y, a pesar de ver todo el tiempo a compañeros caídos debido a imprudencias, de alguna manera salía adelante por mi cuenta además de ya estar acostumbrado a ese tipo de cosas.

Pero no todo eran rachas de victoria, pronto, un robot gigante fue desplegado en el hangar oeste de la zona, me enviaron a investigar la zona para así poder elaborar un plan, pero...la situación era tan difícil cómo descifrar el blindaje del mismo, si hacíamos algo debía de ser perfecto pero todos estábamos dispuestos a hacer lo que sea por los inocentes.

Llegó el momento de llevar a cabo el plan, al principio lográbamos controlar todo: una parte del equipo se encargó de los robots que desplegaba la máquina, otros lograban deshabitar partes de aquel mega robot y los demás lograban causar gran daño a su maquinaria por el mal blindaje en zonas desprotegidas todo salió perfecto, pero...ese científico loco tenía un As bajo la manga, antes de caer, el robot disparó un misil el cual si impactaba provocaría muchas bajas en el equipo. Éramos tantos como para provocar importantes bajas en la guerra además de ser las más fuertes e importantes para el mando de las tropas no había otra opción...más que sacrificarse.

Todos me pidieron no hacerlo, me pidieron alejarme, pero no les hacía caso, corrí hacia el misil haciendo gala de los trofeos ganados por velocidad. Cuando iba hacia el misil pensaba...mi familia...mis compañeros de guerra, ellos dieron todo por mi, ahora yo daré todo por ellos. Al llegar...me coloqué en una zona casi que sin nadie y sin moverme para aprovechar la tecnología de mi traje...por eso mismo recibí todo el impacto...afortunadamente la explosión fue en el campo enemigo provocando una reacción en cadena dándole fin a aquella cruel guerra...pero...para ello...tuve que darle fin a mi feliz vida...

Sonic: Second ChancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora