NADA DE PROMESAS.

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Enzo nunca había odiado una canción. Pero, por primera vez, apretaba los dientes cuando escuchaba cierto tema de Andrés Calamaro. Era uno que decía:

«Cuando no estás o me encuentro en otro lugar del mundo...»

Esa parte le recordaba que Julián andaba hablando italiano, lejos, muy lejos de él. Lo habían llamado a jugar en el Inter.

«Cuando no estás me equivoco cada medio segundo...»

A pesar de recuperarse en el último tiempo, el nivel profesional de Enzo había bajado muchísimo. La primera promesa, la de dejar las mujeres para rendir mejor, no había servido. De hecho, le había jugado en contra, si al final un pibe le terminó afectando más que cualquier mina.

«Cuando no estás la soledad me aconseja mal...»

Enzo tuvo la brillante idea de decir: "Si Julián rompió la promesa de quedarse en el equipo, yo también puedo desafiarlo a él, ¿no?"

«Cuando no estás no se abre el paracaídas y salto igual...»

Se perfumó, se vistió y salió directo a la noche. 
Enzo encaró a las primeras mujeres que encontró.

«Y me pierdo en habitaciones vacías...»

Pero, sin importar que tan fácil era llevarlas a un hotel, ellas se alejaban ni bien Enzo abría la boca. Lo dejaban solo en la habitación cuando, sin notarlo, Enzo las llamaba por el nombre equivocado, y las trataba con pronombres masculinos.

«Cuando no estás, cuando no estás conmigo...»

Las chicas se ponían la ropa de vuelta y le gritaban:

"¡¿Quién es Julián?!"

Enzo, con demasiados tragos encima como para preocuparse por su reputación, se reía:

"Lo mismo me pregunto."

«Cuando no estás la casa vacía pregunta cuando volverás...»

La casa de Julián tenía un cartel que decía «Se vende.» Enzo lo sabía porque manejaba por esa calle —su calle— casi siempre.

Al principio pasaba por ahí sin querer, pero con el tiempo llegó hasta a averiguar el precio de la propiedad.
Realmente no necesitaba preguntarlo, si los futbolistas con su sueldo ya no se fijaban en la etiqueta de lo que compraban. Solamente era una excusa para entrar a hablar con el agente inmobiliario, y ver la marca del revoque escondiendo el puñetazo que le había metido a la pared hace meses. Enzo necesitaba ese recordatorio de vez en cuando. Tenía que agarrarle bronca a Julián para quitarse las ganas de abrazarlo. 

Enzo estaba solo, muy solo.

«Y escribo versos crueles conmigo

Cuando no estás estoy esperando que vuelvas...»

Llegó la fecha donde el City se enfrentó al Inter. 
Era un amistoso que hace años no se hacía, y ocurrió justo en el peor momento. 

Después de tanto tiempo sin ni siquiera mandarle un mensaje, era hora de verle la cara a Julián. La cara de verdad, la del cordobés en serio, no la que Enzo alucinaba entre multitudes. Más de una vez se le había frenado el corazón al ver un chico castaño, con una sonrisa muy parecida, pero sin ser jamás la de Julián.

JÓVENES PROMESAS - enzo & julianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora