Hasta La Raíz.

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Los veía desde lejos, la linda y pequeñita familia conformada por un padre de rulos castaños casi rubios, unos ojos celeste cielo, acompañado por una pequeñita que apenas podía correr, rubia de ojos verdosos y una risa escandalosa. Ese bonito par estaba usando su lugar preferido, esa familia estaba corriendo alrededor del tronco caído que tanto poema e historias escondidas tenia en sus raíces.


No sabia que hacer, así que solo se sentó a admirar la felicidad en todo su resplandor. 


El panorama era bello, ese hombrecito estaba siendo perseguido por la pequeña, la cual corría con toda la velocidad que podía, sus regordetas piernas estaban totalmente descoordinadas, le faltaba el aire de tanto reírse. El corazón se le hinchaba de amor, quería tener eso, anhelaba una familia.


Anhelo tanto una familia que la vida se la saco cuando casi estuvo a punto de tenerla la burla y la muerte se dedicaron a arrebatarla con risas.



Se podía apreciar un picnic, un mantel celeste junto a muchas galletas totalmente destruidas. Marcos sacaba conclusiones; podía ser que la niña las destruía por su falta de paciencia para esa boca pequeña y dientes en crecimiento o también podía ser que el hombre haya sido totalmente descuidado y terminaron en una masacre de vainilla y migajas.


Mientras tanto, el omega de rulos ya se había cansado, tomando a su hija en sus brazos y dando muchas vueltas. Jamás se había sentido tan libre, tan feliz. Su lobo también estaba tan rechoncho de ese bonito sentimiento, aunque también alzaba las orejas y su emoción no pasaba desapercibida, su cola lo rebelaba moviéndola con fiereza.


Marcos dudaba en ir allí y simplemente saludar, iba a arruinar toda esa atmosfera linda, pero su lobo también tenia palabra. Quería acercarse, quería ir y disfrutar con ellos.


Que loco.


Sin embargo su ritual no estaba siendo llevado a cabo, el necesitaba ir a ese tronco y hablarle a su omega, o bueno, al espíritu que podría estar rondando por ahí. Apestando a tristeza y melancolía se acerco lentamente para no asustar a la familia, los cuales notaron su presencia pero siguieron en su mundo. Agustín arrugó su nariz, ese alfa enserio estaba triste, su instinto omega era ir y apapacharlo, liberar feromonas para calmarlo. Su animal interior lloriqueaba el verlo así, pero por que? no lo conocía.





El alfa acarició la corteza del árbol caído, memorias venían a su mente. Su hermoso omega rubio ya no estaba más, aquel que le encantaba molestarlo, aquel que le encantaba recibir mimos. 

Aquel omega que esperaba un hijo suyo.

¿Dónde estaba ahora? Habrá reencarnado? Recostó su cuerpo en la madera, dolía mucho.

Capaz ahora estaría siendo igual de felices y tontos como aquellos dos usurpadores de parques.



Escuchó pisadas suavecitas y cuidadosas, un aroma exquisito inundó sus fosas nasales. Olor a biscochos y yerba mate, delicioso. Pronto la presencia del omega invadió su espacio.

COMBO - Margus,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora