ㅤㅤ❝𝗥𝗘́𝗣𝗥𝗢𝗕𝗢❞
Satoru ha pasado toda su vida utilizando el rostro, don y nombre de una persona que murió hace más de diez años, pero eso no parecía importarle si aquello permitía que, alguien a quien tenía aprecio, pudiera vivir una vida sencil...
ㅤ ㅤ ❝He estado ahogado soñando este momento tan vencido que se lo debo a ellos❞ ㅤ ㅤ
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Desde cierta edad, su vida tomó un rumbo que no tenía porqué apreciar. El deber, el sacrificio y justicia parecían interminables... todo parecía justo y al mismo tiempo tan traicionero. Incluso cuando en sus días de suerte, cuando el insomnio no lo quería cerca, moría por arrastrarse ante el deber.
Una palabra o acción incorrecta podían ser suficientes para sentir una sombra acechando su persona.
— Esmérate, puedes hacerlo mejor —ordenó una arrogante y dura voz por detrás del cristal.
Con toda voluntad de cumplir la orden ─o más bien capricho puesto que había gente importante─, el joven cambió la táctica de sus golpes a una más certera y agresiva comenzando a escuchar un fuerte crujido de sus rivales de prueba, quienes no dejaban de aparecer por todas las entradas de la habitación, como si tener que quedarse desarmado en un mismo punto no fuera suficiente. Con la ansiedad a flor de piel, pero un semblante impasible, descuidó sus manos derribando a seis sujetos lanzándolas contra los muros de la sala de entrenamiento, recibiendo gritos de dolor por parte de... estos.
El lugar no paraba de inundarse de un líquido espeso y caliente, mientras que las blancas paredes comenzaban a teñirse de un desagradable color escarlata.
Aquel color comenzaba a parecerle nauseabundo, pero nunca objetó cuando aquel sinsabor comenzó a aparecer.
— Más rápido —continuó la mujer como si aquella pequeña demostración de poder no hubiera sido suficiente.
Después de aquellas palabras se movió con mucha más agilidad siendo invadido por los nervios ya que el sudor que brotaba de su cuerpo parecía entorpecer sus movimientos.
No recordaba hace cuánto tiempo habían iniciado, pero si las prendas se adherían a su cuerpo eso quería decir que era bastante tiempo, ¿no?
¿Veinte minutos tal vez?, ¿treinta?, ¿cuarenta? De cualquier manera, siempre perdía la noción del tiempo ahí.
Cuando se realizaban estos espectáculos ─que más bien eran convocados para evaluar su situación─, el tiempo parecía ser un enemigo. Aquel niño estaba en su límite y él mismo lo sabía, pero comentar aquello en voz alta no iba a solucionar nada a excepción de recalcar su debilidad como- bueno, ellos no lo sabían; pero una queja era como intentar hablar con una pared, eran palabras al aire y no iba a desperdiciar su voz.
Su visión comenzaba a tornarse borrosa debido al cansancio cuando siete individuos se colocaron en su campo de visión alertando aún más sus sentidos.
Estaba agotado y quería dormir, tal vez sumirse en un sueño profundo de 24 horas, pero eso era codicioso para alguien de su posición.
Aquel tumulto de agentes comenzaron a caminar hacia él lentamente, todos con armas blancas en ambas mano las cuales se veían sumamente afiladas debido al brillo que estos desprendían.
