Más de Cuatrocientos Kilómetros [Joaquín & Dani]

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Para Henartt, porque la quiero mucho

Cualquiera hubiera sido capaz de decir que Joaquín no estaba bien.

Desde que Dani se había ido, apenas dormía por las noches, apenas comía, apenas era capaz de salir de la cama por la mañana.

Lo habían hablado cuando empezaron a salir, cuando se mudaron juntos. Lo difícil que sería que en algún momento, la SD Huesca decidiera que ya no había hueco en el equipo para ellos. O peor, que solo hubiera hueco para uno.

Y habían decidido no pensarlo, ignorar esa remota posibilidad, que a lo mejor, era más tangible de lo que podía parecer.

Más de cuatrocientos kilómetros separaban Huesca y Albacete. Más de cuatrocientos kilómetros de un día para otro, cuando habían sido centímetros. Cuando en el momento propicio no habían sido ni milímetros.

Joaquín bufó, tratando de contener las lágrimas, de cubrir todo su dolor, aunque eso no sirviera para aliviarlo. Entrar en la ciudad deportiva no le ayudaba. No le ayudaba recordar a Dani por todas partes; en el campo, en la grada, en las reuniones con el equipo técnico y en los entrenamientos reducidos. No le ayudaba entrar al vestuario y recordar a su novio en la taquilla de al lado.

Ahora estaba vacía. Tan vacía como él, tal vez. Y es que ni siquiera conservaba el rótulo con el dorsal de Dani, como si todo el mundo tuviera demasiada prisa por olvidarse de él. Joaquín no podía. No podía dejar de verlo sentado en el banco, atándose las botas, haciéndolo reir cuando el entrenamiento no había ido bien, prometiéndole que todo se pondría en su sitio.

Y ahora todo estaba fuera de lugar, todo era desorden, caos. Eso le hizo pensar en todas las cosas de Dani, esparcidas por el banco del vestuario, invadiendo su propio espacio, su propia taquilla, porque de todas formas, él no necesitaba tanto hueco.

Tragó saliva, estaba cansado, enfadado, harto tal vez.

Y todos esperaban que siguiera con su vida, porque "no era para tanto".

¿Cómo iba a seguir con su vida, si su vida había cogido un coche destino Albacete?

Se pasó las manos por la cara, y salió al campo respirando hondo. Las primeras equipaciones bailaban ante sus ojos, en un intento del departamento de marketing de promocionarlas con fotos del entrenamiento en redes sociales.

"J. Pulido 14"

"Andrés Fdez 1"

"Javi Martínez 10"

A Joaquín le dio un pinchazo en el pecho y giró la cabeza para seguir al chico con la vista y leerlo de nuevo. "Javi Martínez 10". Se le secó la boca y los ojos volvieron a llenársele de lágrimas. ¿Así de fácil había reemplazado el equipo a Dani que hasta habían asignado ya su dorsal?

La sangre empezó a borbotearle en las venas, a hervir, todavía sin despegar la vista del centrocampista recién llegado. ¿Quién cojones era Javi Martínez y por qué llevaba el dorsal de su novio?

Sintió de pronto el ambiente más pesado, el aire más difícil de respirar y la cabeza embotada. Un pitido en los oídos que lo agobiaba y no le dejaba pensar. No le dejaba ver que el chico se acercaba a él, con una amplísima sonrisa y paso decidido.

-Hola- saludó el chico al detenerse frente a él -eh...- sonrió -soy Javi- se presentó -acabo de llegar-.

Joaquín lo miró, levantando una ceja. Bajó la vista a la mano del chico, tendida frente a él, y la devolvió a su rostro, a sus ojos, que lo mostraban cada vez más pequeño, diminuto ante el escrutinio del once, que tras volver a mirar la mano del chico, pasó de largo sin decir absolutamente nada.

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