Dulce y Amargo.

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¡! Esta historia no fue corregida, hay faltas ortográficas y de redacción.

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✎...苦與甜。

⇥ Sin Documentos — Los Rodríguez
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El automóvil negro estacionaba, una vez más, en la vereda que daba al frente de su casa. Asomó la cabeza por la ventana, verificando, cómo siempre, que su piloto habitual fuera el dueño del vehículo.
Tomó el set matero que compró hace, relativamente, poco y abrió la puerta listo para marchar al trabajo.

“La puerta.”
Dió dos pasos hacia atrás nuevamente, yendo a cerrar su casa con llave, siempre se le olvidaba. Su  compañero de viaje le decía que si no comenzaba a prestar más atención sería un problema algún día.
Por ahora; lo tenía a él para avisarle cada vez que le pasara.

“Buenos días, Gordo.”
Se acomodó en el asiento de copiloto, y saludo a su compañero con un beso en la mejilla.

“Buenos días, enano.”
El menor acomodaba su termo entre ambos asientos cuando escucho, el nuevo, apodo que parecía gustarle tanto al otro. Levantó la cabeza con una ceja alzada, cómo acusándolo, pero con una genuina sonrisa en su rostro.

Cebó el primero de varios mates que se compartirían entre ellos, cómo cada mañana. Tan monótono cómo rutinario, una monotonía esperada y al mismo tiempo invisible, una que vivía con ellos tan sutilmente que no era parte de la lista de cosas, pero tampoco era descartada.
Eran simplemente las acciones de siempre, aquellas las cuáles no son contadas hasta que desaparecen.

Aunque ambos deseaban, muy en el fondo, que fuera de esas cosas que no desaparecieran jamás.

La mañana todavía no empezaba, los mates compartidos no eran parte del comienzo del día, eran más bien ese lapso de tiempo en el que el trauma de salir de la cama, aún con el deseo de quedarse, todavía convivía entre sus ojos.
Un proceso de despertar, despertar juntos a pesar de no haber dormido de la misma manera.

“¿De qué es la yerba?”
Le preguntó el pujato, pasando la lengua entre sus labios, intentando descubrir cuál era el sabor enigmático que no podía nombrar en su mente.

“De menta, ¿no te gusta?”
Aceptó de vuelta el objeto de madera, el cuál tenía tallado el escudo de River de forma artesanal. Tenía varios mates, este, en especial, era de sus favoritos, aunque era imposible de usar cuando iba a visitar a cierto bostero.

“Y, mejor que de coco está, ¿no tenés yerba normal?”
Lo miró de costado, en forma de burla. Era sanador hacerlo enojar un poco, siempre tenían un tema para discutir, en forma de broma, entre ellos.

Mates | Scaloni & Aimar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora