Inesperado.

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Midoriya Izuku vino corriendo. Se le olvidó por completo que poseía el One For All y otros cinco quirks más, pero finalmente llegó.

Abrió la gruesa puerta de roble y gritó el nombre de Shigaraki Tomura.


—¡¿Qué crees que estás haciendo?! Gritando como si no pudiéramos oírte, ¡Oye! ¡¿Quién te dio llave?!

—Eso no importa, ¿en dónde está Tomura?

Izuku preguntó exhausto al ex-villano con el quirk de mutación. Apoyó el brazo derecho contra el marco de la puerta.

—Es peligroso. No deberías acercarte.

Izuku ignoró las palabras de Spinner y avanzó a grandes zancadas hacía las habitaciones. Conocía el lugar, bastantes veces había estado en el cuarto de Tomura.

—¿Acaso no estás escuchando, mocoso? ¡Es peligroso!

—¡Tengo 24 años!

—¡Y será todo lo que alcances a vivir! ¡Ven aquí!

Spinner trotó tras de Izuku. Aprovechando que el héroe traía capa, la agarró y le jaloneo.

—¡¿No me has oído, mocoso?! ¡Shigaraki está-

—¡S-Suéltame!

—¡No estás escuchando nada!

—¡Solo necesito asegurarme de que él–!

Y permanecieron forcejearon un momento.

Izuku sabía que podía contra Shigaraki en cualquier estado que este se encontrase. Estaba seguro, porque había podido contra él un par de veces en el pasado. En un callejón sucio, en un par de cuartos de la inmensa casa en la que ahora se resguardaba Shigaraki. Arriba de uno que otro tejado, sobre la tumba de All Might (que All Might en su santa gloria le perdonara), y un par de sitios más que quedaba de más el mencionar. Pudo contra Tomura en todas esas ocasiones y podría ahora, sobre todo porque (no muy orgulloso de lo que había hecho) le había marcado hacía un tiempo.

Exactamente al final de la segunda parte de la guerra. Había sido un Alpha estupido e inexperimentado, caliente de la ira y se dejó llevar por sus instintos de querer salvar a Tomura. Y la salvación vino con un encuentro sexual candente y una horrible marca en el cuello de Shigaraki.

—¿No me llamaste para eso? El celo de Tomura está próximo, ¿no? Por eso es que estoy aquí.

Izuku se masajeó las sienes.

El héroe y Spinner se encontraban sentados en la mesa de la cocina, dos tazas de humeante té frente a cada uno.

—Si entras de esa manera, te arrancará la cabeza y ya no habrá nadie que lo contenga. Eres él único que puede hacerlo, si Shigaraki pierde el control una vez más.

La taza de Spinner parecía estúpidamente pequeña entre sus garras enormes de caimán.

Izuku le imitó y dio un sorbo al té. Estaba amargo.

—Un momento, ¿viniste con tu traje de héroe?

—Claro, es lo que estoy usando ahora mismo. ¿Qué clase de pregun–

—¿Acaso no eres un Alpha? ¿Ya no los educan correctamente en la escuela?

—Yūei es una escuela de héroes, nos enseñan a ser héroes profesionales.

—Lo sé, lo sé.

Spinner se cruzó de brazos y blanqueó los ojos. Su taza de té a medio beber.

—Sigo sin entender, ¿qué tiene que ver mi ropa con todo esto?

—Shigaraki necesita tu ropa para su nido, es por eso que ha estado irritable los días previos. Un momento, mocoso, ¿acaso no conversas con tus amigos?

—¿Que tiene que ver mis amigos con que Tomura necesite mi ropa? No te comprendo.

—Juré seguir a Shigaraki hasta el fin del mundo y cumpliré mi palabra, pero en ningún momento concordé en que debía seguirte también a ti.

Spinner apuntó a Izuku y este, con el dorso de la mano derecha, corrió la garra que le apuntaba lejos del rostro.

—No necesito que me sigas, si eso es lo que no quieres hacer. Yo tampoco quiero tener nada que ver con la ex-liga de villanos, pero no puedo desentenderme de Tomura.

Spinner se quedó en silencio y vio tenacidad en los ojos esmeraldas.

—Yo soy Beta, así que no entiendo muy bien lo que es para un Omega el celo. Tú y yo somos ignorantes—hizo una pausa—. Shigaraki es el único que sabe realmente lo que necesita. Pero soy buen observador, lo he estado observando desde que me uní a la liga.

Izuku guardó silencio y bebió té. Arrugó la nariz. Seguía amargo.

—Cuando se aproxima su celo, Shigaraki rebusca por todo el lugar por frazadas, prendas apropiadas para su nido, ¿sabes lo importante que es el nido para un Omega, mocoso?

—Lo sé, tengo amigos Omegas.

—¡No podrías entender el corazón de uno, aunque fueras uno!

—¡Eso no tiene sentido!

—¡Claro que lo tiene, bastardo!
Izuku apretó con tanta fuerza la taza de té entre las manos, que se hizo trizas.

Un momento después, luego de que ambos se tranquilizaron e Izuku limpió el desastre.

—Antes de entrar al nido de un Omega, debes dar una prenda como pase. Si el Omega la acepta, es probable que puedas entrar sin ser lastimado. PERO si el omega la rechaza y te quedas cerca de su nido por más tiempo del que deberías, no va a tener un buen final, ¿Conoces las mantis religiosas?

Izuku asintió. Claro que las conocía.

—¡Zas! ¡Te comerá la cabeza!

Spinner cerró ambas manos simulando fauces e Izuku tragó saliva.

No es que Izuku le tuviera miedo a Shigaraki, pero jamás se encontró en una situación como esta. Fue a finales de la guerra que descubrió que su némesis era Omega, ¿cómo iba a saberlo? Todo pasó tan rápido y sin darse cuenta terminaron enredados en el cuerpo del otro.

Izuku se agarró la cabeza con fuerza, con ambas manos, y quiso vomitar en ese mismo instante.

—¡¿Qué te pasa?!
Spinner se levantó de la silla abruptamente al ver a Izuku enrollarse en sí mismo.

—Nada. Recordé un par de cosas.
Izuku se tranquilizó, estirando las piernas.

—Como sea. Te sugeriría entregarle uno de tus guantes, algo pequeño para testear terreno.

Izuku miró la mano derecha enguantada, pero titubeo, los ojos se fueron a la izquierda.

—Vale, esto puede funcionar.
Se desvistió el largo y pesado guante izquierdo, dejando al descubierto la piel de la mano, llena de rasguños ya cicatrizados. Dedos gruesos llenos de protuberancias; Callos de hueso.

—Me quedaré aquí por si algo sucede.
El ex-villano se encaminó finalmente con Izuku al inicio del largo pasillo de habitaciones.

—No me caes bien. Y pienso que es una desgracia que te hayas terminado involucrando de esta manera con Shigaraki, pero eres el único que puede acercarse a él en estos momentos.

Izuku asintió y caminó hacía el cuarto del ex-líder de la mítica liga de villanos.



Izuku se quedó de pie frente a la puerta e inmediatamente un nauseabundo aroma dulce le empalagó.
Podía degustar aquel hedor a algodón de azúcar y anís en la lengua, y lo tragó junto con espesa saliva.

—Tomura. Soy yo, Midoriya.
Silencio.
Izuku frunció el ceño.

—Tomura, abre la puerta. He venido a ayudarte.
Silencio.
Izuku apretó ambos puños comenzando a irritarse.

—¡Shigaraki!
Gruñó.
La mano derecha en puño y golpeó la puerta en seco.

—Vete a la mierda, Midoriya. Déjame solo.

Extrañamente escucharle insultarlo le relajó.
Había visto a Omegas en celo, claro que sí, y actuaban de una manera un tanto "melosa". Imaginar a Shigaraki de la misma forma le daba escalofríos. Pesadillas que durarían meses, si es que llegase a verlo en ese mismo estado, pero por como sonaba era el mismo de siempre. Sintió ganas de darle un puñetazo en pleno rostro por asustarle de esa manera.

—Abre la puerta, Tomura. Tengo algo para ti.

Izuku tomó el pomo de la puerta y lo giró insistentemente.

—¡Deja de hacer esa mierda!
Gruño Tomura desde el otro lado de la puerta y quitó el seguro.

Izuku cerró los ojos, resoplando por la nariz, y deslizó el guante que se había quitado entre el pequeño espacio de la puerta y el marco.

Un guante. Izuku recordó las manos que solían cubrir el cuerpo de Shigaraki y pensó que este podría tomarlo como una burla. Tal vez una broma entre dos adultos. El extraño gusto de Tomura por las manos.

No estuvo mucho tiempo con la prenda en la mano, porque se le fue arrebatada y la puerta se cerró nuevamente.

—¡¿Pero qué–?! ¡Tomura!
Izuku golpeó la puerta un par de veces más, hasta que esta se abrió por completo.

No estaba seguro si quería ver lo que vio, ni mucho menos si estaba preparado para ver lo que vio, pero se encontró con los ojos rubíes de Tomura, mirándole intensamente. Independiente de la cara de mierda que traía, estaba seguro que sus facciones se habían suavizado.
"Efectos del celo", pensó Izuku.

—¿Qué mierda haces de pie allí como un imbécil? Entra.
Ni pensó si era una buena idea o no, pero entró de todas formas.

Cerró la puerta tras de sí y se quedó pegado a esta.
La figura de Shigaraki se movió lenta y perezosamente hacia el nido; Una cama tamaño Queen. Se metió entre frazadas y almohadas, y se perdió en su suavidad.

Por primera vez en la jornada, Izuku pensó que había sido una muy, bastante mala idea haber venido a encontrarse con él, pero si se iba a estas alturas, iba a lastimarlo. No es que quisiera cargar consigo el lastimar a Tomura, porque quisiera o no, Tomura era su Omega.

—Tomura, he venido, porque...

—Spinner te dijo que podría intentar iniciar otro genocidio, ¿no?—Los oídos de Izuku se erizaron al escuchar su aterciopelada voz—. No tengo intenciones de iniciar nada, al menos no siendo solo yo y él.

—Espero que ningún desequilibrado mental se acerque a ti nunca más.

—Muy tarde, ya estás aquí.

Izuku le escuchó reír perezosamente entre la suavidad y un escalofrío le recorrió el espinazo.

A la mierda, no podía seguir engañandose así mismo y negar la atracción que sentía hacía Tomura. Fue un villano y un asesino. Shigaraki Tomura lastimó a muchos de sus seres queridos, involucrado en la muerte de héroes y personas inocentes, y sabía que no dejaría de ser un villano tan fácilmente.
Lo había salvado, se había reencontrado con quien fue Tenko, el nieto de Nana Shimura, pero simplemente fue una proyección de lo poco que quedaba de su alma, porque cuando abrió los ojos; nada había cambiado, seguía siendo Shigaraki Tomura.
Tal vez, entre todo aquel efecto de luces, él había tenido la responsabilidad de proyectar al nuevo ser que sería Shigaraki Tomura y eligió dejarle tal cual. Si era de esa manera, se iba a dar un puñetazo en el rostro.

—Tomura. Vengo a pasar tu celo contigo.
Izuku escuchó su propio corazón palpitar en las orejas.

—¿Qué fue lo que escuché?
Shigaraki asomó la cabeza. Hebras blancas cubrían su rostro, pero lejos de lucir como un loco, lucía tierno. Al menos a los ojos de Izuku, quien ya había perdido la cordura a esas alturas, lucía tierno.

—No voy a repetirlo—Izuku apretó los puños—. Así que, déjame entrar.

Tomura entrecerró los ojos, juzgando sus palabras con la mirada como solía hacer siempre.

—No voy a dejarte entrar.

—Tomura, déjame entrar. Sabes que quieres que entre y esté allí contigo.

—No.

Izuku suspiró y recargó la espalda totalmente contra la puerta. Relajó los hombros, escondiendo la mitad del rostro bajo la capa amarilla y cerró los ojos. Se sentía derrotado por los sentimientos.

—Desde que abriste la puerta, has estado sudando y no dejas de morderle el labio. Te duele, ¿no? Estás tan ansioso.

Izuku tragó saliva. Una gota de sudor recorrió desde la sien, hasta el filo de la mandíbula.

Izuku escuchó a Shigaraki bufar, y comprobó que le devolvía la sonrisa.

—No estás mejor que yo, héroe.

Shigaraki miraba fijo el prominente bulto del Alpha, poco a poco despertando bajo la tela del jumper esmeralda.

Tomura desde el primer instante en que estuvo consciente de su segundo sexo, estuvo seguro que iba a detestarlo de por vida. Detestaba ser Omega; detestaba la idea de depender de un Alpha, pero ahora mismo detestaba mucho más el desear el cuerpo de su enemigo.

Shigaraki odiaba a Midoriya; lo detestaba, quería hacerlo polvo, pero entendía que si daba rienda suelta a sus fantasías vengativas como el villano que aún era, iba a lamentarse luego, ¿qué es lo que hace un Omega sin su Alfa? Morir. Si Midoriya moría, él mismo moría también.

Se quedaron en silencio. Ligeros jadeos por ambas partes. Sus aromas entremezclados entre sí.

Dentro de la habitación por un instante no flotó ni una partícula de polvo, y en un movimiento brusco, el nuevo símbolo de la paz se perdió entre los almohadones y los brazos de Shigaraki.

Se encontraron en el nido, mirándose a los ojos. Izuku acunó el rostro de Tomura entre las manos. Una de ellas tocó la piel de su mejilla. Esperó encontrarse con piel áspera, reseca, como la recordaba, pero se sorprendió al tocar suave piel, tan humectada.

—¿Qué?

La voz de Tomura, pequeña, pero tranquila, le hizo despabilar.

—Nada, es solo que tu piel...

Observó ligera incomodidad en los ojos rojos e inmediatamente corrigió sus palabras con tan poco tacto.

—No se siente igual que siempre. Es como si hubiera cambiado.

Con el pulgar izquierdo, acarició en círculo la piel del pómulo ajeno. Shigaraki se quedó en silencio, observando cómo los esmeraldas estaban fijos en su mejilla.

—¿Es extraño?

—Un poco. Pero no se siente mal.

Izuku alejó sus manos del rostro de Shigaraki y apretó los labios, sin saber qué más decir.

Frente a frente, recostados sobre el mullido colchón, permanecieron mirándose.

—Es raro.
Izuku soltó de la nada.

—¿Qué es lo que es raro? ¿El que no nos hayamos matado ya?

—En parte. Es solo que no siento nada extraño. Si estuviera cerca de tus feromonas en medio de tu celo, hubiera perdido la cabeza.

Izuku pensativo, se llevó una de las manos al rostro y presionó el mentón con pulgar e índice.

Tomura entrelazó sus propios dedos, seis de ellos cubiertos con guantes de tela negra sobre su vientre.

—¿Estás seguro que es tu celo?

—¿Mi celo? Hace un mes que no tengo celo.

—¿Qué?

De un salto, Izuku se sentó en medio del nido y observó a Shigaraki a los ojos.

Shigaraki se incorporó.

—¿Por qué viniste, Midoriya?

Buena pregunta. Vio en la expresión irritada de Tomura que él tampoco sabía porque había venido allí.

—Spinner me dijo que-

—Ese bastardo...

Shigaraki acomodó un mechón de cabello tras su oído y volteó el rostro, ocultándose entre cabello blanco. Izuku observó su gesto y se acercó a él, para ver qué expresión era la que ocultaba.

—¿Qué? ¿No le pediste que viniera? Me dijo que estabas perdiendo la cabeza y que en cualquier momento podrías, ya sabes, convertirlo todo en polvo.

Por un momento Izuku se vio tentado en quitarse la ropa, ya que estaba sintiendo un sofocante calor. No era un calor sexual, tampoco de ira, era de vergüenza por haber actuado como un loco, preocupado por el bienestar de Tomura.

Tomura comenzó a rascarse el cuello.

—Detén eso.

Izuku le sujetó las manos.

—Estoy esperando un cachorro.

Izuku parpadeó no una vez, sino unas cuatro veces. Como estupido parpadeó, pensando que mientras más parpadeara iba a retroceder el tiempo, dejarle a Kacchan el OFA y él convertirse en un modesto policía. Como debió ser, si hubiera tomado la sugerencia de All Might, pero fue un muchacho estúpido y terco, y quiso ser héroe.

—¿Y yo que tengo que ver?

—¿Quieres que te haga polvo aquí mismo?

Shigaraki lo agarró del cuello.

—Por favor.

Izuku musitó con un hilo de voz a medida que el hombre de largo pelo blanco le apretaba el cuello.

Tomura le soltó al poco rato.
Izuku comenzó a toser.

—Ya pasó un mes, no hay nada que puedas hacer.

Si Izuku no había entendido mal, era un cachorro de él y Shigaraki. Entre él, Midoriya Izuku, y Shigaraki Tomura. Él había convertido a Shigaraki Tomura en una madre.

¿Qué iba a decir su madre sobre esto?

Inesperado; Dekushiga OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora