1. Mira las estrellas

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La piel le ardía y estaba tan lastimada que temblaba de miedo. Bakugo solo soltaba exosiones a su dirección que esquivaba con rocas que lograba hacer levitar.

El último no lo esperaba. El rubio venía hacia ella con una explosión preparada cuando se quedó quieto viendo como la chica se desmoronaba en la arena.

Bakugo se sorprendió.

Uraraka quedó fuera de combate.

Y la mano que el chico iba a utilizar para la última explosión cayó a su lado de forma pesada. La chica había peleado con todo, hasta el último aliento, y él respetaba mucho eso.

Llevaron a Uraraka a la enfermería en una camilla, mientras Bakugo se acercó a tomar la chaqueta quemada de su compañera. La froto entre sus dedos y un peculiar almizcle entre humo y chocolate llegó a su nariz.

La joven castaña estaba débil, mirando el cielo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Había prometido a su familia ser un héroe, poder ayudar a su padre y tener una vida acomodada.

¿Pero... Se podría?

El joven Bakugo camino hacia la enfermería con la chaqueta en su mano. Algo le decía que debía devolverla y de paso saber como estaba la pequeña cara redonda.

Uraraka recibío algunos primeros auxilios y ungüentos para las quemaduras que dejaban su piel de un rosa casi mermellon. Ardía cuando le curaban, pero no le importaba algo de dolor en ese momento.

La puerta de la enfermería de abrió y entró el rubio explosivo. La joven se le quedó viendo entre curiosa y sorprendida por la visita. Bakugo extendió la chaqueta hacia ella y la otra la tomó con una sonrisa.

–Gracias, Bakugo

El aludido solo se recargo en la camilla viendo de reojo las heridas que le había dejado a Uraraka. Se sentía un poco culpable, no había medido su fuerza contra ella. Es que no le parecía diferente al idiota de Deku o a Todoroki, si no, una rival más que atacar.

-Ya puedes irte, Urakaka-

La chica asintió feliz bajando de la camilla ante la orden de la enfermera. Recibió varias medicinas y gel que debía colocarse en las quemaduras. Debía cubrirse del sol y procurar mantener humectada la piel.

-Lamento las molestias–

Habló por fin Bakugo, algo avergonzado por ver la carga que tenia la chica para hacer la chica para la curación de las heridas que provocó. Solo quería sacarse esa mala espina, nada más.

–No medí mi fuerza, maldición no me gusta que me pongan contra mujeres

–¡Oi! ¡Vaya macho que eres!

–No me mal entiendas, solo que, te vi como una rival más, igual a Deku o Todoroki.

Uraraka abrió sus ojos como platos y abrazo la bolsa de medicamentos y su chaqueta contra el pecho. Hizo una gran reverencia hacia Bakugo que sólo se incómodo y gruñó de forma despectiva.

–Gracias, Bakugo– repitio la frase pero ahora con más sentimiento – me complace saber que soy una digna rival y no solo una chica más–

–Tsk, ¿de que hablas cara redonda? – el rubio metió las manos en sus bolsillos y se encogió de hombros– todos son mis rivales aquí, yo seré el mejor héroe del mundo–

Uraraka sonrió amenamente y les indicaron que pronto Bakugo tendría que salir de nuevo a pelear. Ambos salieron para ir a la sala de espera cuando el sol fue a parar a un pedazo donde cruzaban.

Uraraka se sorprendió como Bakugo le quito su chaqueta y se la puso en los hombros con cuidado. Ambos se pararon un momento y está le miraba curiosa ante el acto, no tenía frío así que no entendía.

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