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Ahora en serio me cuestiono si la sumisión puede ser o está siendo la solución a todos mis problemas, porque este hombre desde que he dejado de lado el hablar o tratar de llevarle la contraria no me ha lastimado más de lo usual, en si los moretones no han faltado cuando alguien más lo hacía enojar se desquitaba en mí, pero lo demás dejo de hacer además de que hoy por fin puedo volver a ver el sol, siento como si nunca hubiera estado bajo su luz y su calidez se siente deliciosa sobre la piel, pero en ese momento me di cuenta de que llevaba más tiempo encerrada del que quizás en algún momento me imagine.

No me llevo a un lugar donde no pudiera tener control de mí, eso era más que seguro, me llevo a su sitio de trabajo, tenía una reunión con algunas personas a la hora del almuerzo y todos tenían a sus esposas como compañeras en la reunión, eso significa muy explícitamente que no me trajo aquí por gusto, me trajo aquí para que la gente no sospeche del matrimonio "muy feliz" que este hombre dice tener, cuando en realidad está lejos de ser medianamente agradable.

Me llevo a esa oficina, oficina a la que nunca entre, a ese edificio que en algún momento fue mi lugar de trabajo, bajo el escrutinio de todas y cada una de las personas que en algún momento fueron mis compañeros, ahora me veían como si estuvieran viendo un fantasma en persona, no entendía el porqué, pero en poco tiempo me daría cuenta el porqué de sus miradas.

Cuando entramos solo me ordeno que me sentara y me quedara quieta, para después salir del lugar, no había mucho que pudiera hacer en ese mismo lugar me habían delatado no podía confiar en nadie, pero poco después de la partida de mi verdugo alguien se escabullo dentro, jamás creí que alguien pudiera hacer eso, pero al parecer no era consiente de mi presencia hasta que soltó la puerta y se dio la vuelta, parecía que hubiese visto un fantasma, vi el terror en sus ojos y los escalofríos que recorrían su cuerpo, en todo caso si hacia algo malo o bueno a mí no me afectaba.

Solo recosté la cabeza sobre la silla y mire al techo, no iba a delatar a nadie eso no me ayudaba, todo lo que quería era un momento de paz, el chico, nunca antes lo había visto, se sintió muy desconfiado, pero aun así llego hasta el escritorio y empezó su búsqueda por cada uno de los cajones, a veces solo levantaba un poco la cabeza y veía lo que hacía, pero ninguno de los dos articulaba palabra alguna.

Cada quien siguió en sus cosas hasta que el chico encontró lo que tanto había estado buscando, era su cuaderno, si el mismo cuaderno en el que registro todos y cada uno de los detalles de su investigación.

La ansiedad se apodero de mí, sabía que si eso salía a la luz perfectamente podrían decir que yo colabore con él, no podía dejar que ese cuaderno saliera de esa oficina.

Me levante de la silla de un salto y el hombre también se asustó, cerro los cajones y se dispuso a salir, pero le dije que no podía llevarse ese cuaderno, el hombre solo me miro y me paso por alto y siguió hacia la puerta, si dejaba que saliera era mi fin.

Me le tire encima y trate quitarle el cuaderno el hombre me dio un golpe en las costillas, quería que me bajara de su espalda, pero llegados a ese punto no me importaba nada más que ese cuaderno, empecé a arañarlo con las uñas, las tenía largas por no haberlas cortado en mucho tiempo, y le jalaba el cabello buscando poder tomar el cuaderno, el me daba golpes, hasta que terminamos en el suelo entre golpes, arañazos, jalones y sangre.

Al punto de que no nos dimos cuenta en el momento en el que alguien se acercó a la puerta y la abrió, hay estábamos el jalándome del cabello, yo dándole un mordisco en la mano para que soltara el cuaderno, yo con el vestido casi por la cintura con el hombre desconocido encima de mí.

Las cosas que nunca dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora