Sabía que Bruce lo estaba esperando en el laboratorio, sabía que Margaret Carter ya estaba ahí y sabía que todos estaban hablando de lo que acababa de pasar. Miró por última vez los mensajes que habían mandado los demás Vengadores en el grupo y terminó por dejar el celular sobre el mueble mecánico, muy lejos de él.
Sus ojos marrones reflejaban preocupación y pesadez, hace unas horas había estado muy bien, le pareció increíble lo rápido que puede cambiar su estado de ánimo, cualquiera que lo viera podría notar lo mal que estaba y era lo que menos quería, por eso decidió encerrarse en su taller esperando poder calmar sus nervios aunque sea un poco.
¿Como reaccionará Steve cuando vea a Peggy de nuevo?
La maldita pregunta que rondaba por su cabeza. Se comenzaba a frustrar, él debería confiar en su esposo.
Desde hace mucho tiempo había dejado aquel sentimiento de inseguridad que se hacía presente en sus primeros años con Rogers, pero ahora le era imposible no pensar en ello.
En Steve, en Peggy, y lo mucho que se amaron.¿Steve lo ama tanto como amó a Peggy?
¿Realmente la ha dejado atrás?Un vago recuerdo se hace presente, atormentándolo más.
Él con unos ocho años de edad, escuchando a su 'tía Pegg' hablar del hombre que alguna vez amó muchísimo, Steve Rogers, y ese pequeño Anthony siendo el mayor fan de aquella historia de amor.Vaya, que irónica es la vida.
Ahora esto no es más que un simple recuerdo borroso, no recuerda casi nada como toda su infancia en general, pero le comienza a doler de todas formas.
Recostado en su cómoda silla giratoria, bebiendo un poco de whisky y con su cabeza llena de un mar de pensamientos, que ahora ya se convirtió en un tsunami, de pronto escucha unos golpes a su puerta que le hace exaltar un poco.
— Tony, ¿estás ahí?
Es Natasha.
El nombrado se queda callado, ignorando el llamado.— Vamos, Stark, sé perfectamente que estás aquí. Por favor, ¿me puedes dejar entrar?
Tomó un buen sorbo de su bebida alcohólica.— No creo que sea necesario, Nat, saldré en unos momentos.
— ¿Quieres que tire la puerta de una patada?
— No podrías hacerlo.
— Stark.
Se levantó de su asiento con fastidio, haciendo una mueca en el proceso, se talló los ojos y soltó un largo suspiro, forzándose a fingir tranquilidad. Dio un llamado a su I.A y mandó a abrir la puerta.
La espía se dejó ver desde el otro lado y se hizo paso dentro del taller, le mostró una sonrisa y Tony se la devolvió a la justas.— ¿Como estás? —Fue lo primero que Natasha preguntó.
— Normal, ¿como más estaría? —Y ahí salía a flote su sarcasmo cuando trataba de evadir preguntas. Le dio la espalda y se encaminó hasta su botella de whisky que ya estaba casi por la mitad.— ¿Gustas un trago?
— No, gracias. —La pelirroja se sentó en el fino sillón de piel, observando a Tony servirse más alcohol.— Deberías ir al laboratorio en vez de estar bebiendo aquí, ¿no crees, Tones?
Otra mueca por parte del hombre.
— Lo sé, te dije que iría en un momento.
Quedaron en un profundo silencio que era interrumpido solamente por las uñas de Tony golpeando con suavidad la copa.
Natasha no soportó más el mutismo y habló de nuevo.— Peggy está en el laboratorio, Bruce está conversando con ella.
Stark apenas asintió, fijó sus ojos en el color medio rojizo de la bebida como si fuera lo más interesante del mundo. Segundos después, aún sin mirar para otro lado, se atrevió a preguntar.
