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"Equilibrio"
- ¡¿Otra vez?!
Pasándose las manos con frustración por el rostro mientras digería la noticia, el muchacho frente a ella asintió con pesar.
Ya no sabía cuantas veces iban ésta semana, pero lo único que recibía de su novio eran noticias terribles.
Siempre ocurría lo mismo; alguien no era del todo cuidadoso en sus palabras a la hora de referirse hacía él, y en consecuencia, se desataba una fuerte pelea en la que todos salían muy lastimados.
Y para variar, las noticias corrían rápidamente, hasta llegar hasta ella.
- No se mucho más, Josuke se fue rápidamente, pero los chicos estaban muy heridos - Explicó su compañero con cierto terror en su mirada - Si no me equivoco, creo que uno de ellos estaba en la enfermería con una fractura de nariz.
La muchacha lo observó sintiéndose ciertamente avergonzada, la normalidad con la que su novio se metía en problemas nunca dejaba de sorprenderla, pero también, de incomodarla.
Cada vez que el nombre de Josuke Higashikata se pronunciaba con historias violentas, todas las miradas parecían posarse sobre ella, haciéndola sentirse tan abrumada que la sangre subía rápidamente a su rostro, pintándola de un cálido tono rojizo que hacía esfuerzos colosales por ocultar.
Jamás había sido del tipo que le interesa ser el centro de atención, mucho menos por ese tipo de murmullos, pero desde que se había enamorado tan profundamente de ese problemático muchacho de mirada azulada y carácter impredecible, no podía evitar estar en el ojo del huracán.
- Ya veo..madre mía, que desastre - Suspiró con pesadez, ocultando su acalorada expresión tras su cabello, mientras se apresuraba a juntar sus cosas dentro de su mochila dispuesta a irse - Avísame si sabes algo más de esos chicos, por favor.
Su amigo asintió y ella se despidió con rapidez, alejándose a paso apresurado de aquella masa de murmullos y comentarios despectivos que le pesaba sobre los hombros y provocaba su nerviosismo.
» Dios mío, Josuke, ¿cómo es que siempre te metes en problemas?«
Con una angustia presente en su pecho, cruzó los pasillos hasta salir del establecimiento. Una vez la tranquilidad del silencioso exterior la abrazó como un necesitado respiro, rebuscó su abrigo hasta dar con su teléfono, marcando apresuradamente mientras caminaba por la acera, rascando su piel con impaciencia.
» ¿Estará herido? «
La preocupación azotó su pecho mientras el timbre sonaba una y otra vez sin resultados, no podía evitar que la ansiedad le cosquilleara el cuerpo de los pies a la cabeza de solo pensar en que el problemático muchacho podía encontrarse lastimado, pues no sería la primera ni la última vez.
