El inquietante día de San Valentín del Profesor Snape.

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"Roses are red

Violets are blue

Sugar is sweet,

And so are you"

El inquietante día de San Valentín del Profesor Snape.

Después de la gran batalla de Hogwarts dónde al fin había sido derrotado el que no debía ser nombrado, dónde ya no existía el temor que volviera jamás, todos estaban de acuerdo que el profesor Severus Snape, ese hombre oscuro, hosco y arisco, había entrado en un estado más equilibrado, estando más relajado y tranquilo que en antaño. Es verdad que seguía teniendo un carácter de mierda y no le importaba herir con sus sarcasmos quien se le pusiera a tiro, no midiendo a quien ofendía. Incluso el mismísimo ministro de magia no se libró de sus lindezas cuándo le concedió la orden de Merlín de primera clase. A nadie le sorprendía, estaba claro que jamás sería el alma de la fiesta, pero sí que estaba más accesible que de costumbre, incluso había rumores de que le habían visto hacer una extraña mueca en un intento en vano de sonrisa.

Aunque no es que hubiera muchos voluntarios valientes que se le acercaran por que sí, seguía suscitando temor y su carácter no ayudaba hacer amigos, es verdad que su trato se había vuelto un poco más cordial, incluso si pasabas por alto al comienzo sus borderías, podías llegar a mantener una conversación grata con él, siempre que no dijeras ninguna estupidez.

Severus había vuelto a impartir clases, aunque era algo que detestaba con toda su alma, sencillamente no sabía qué hacer, ahora que tenía su propia vida a su completa disposición. O al menos, eso dijo de cara a la galería, porque verdaderamente tenía una poderosa razón oculta, una poderosa que le avergonzaba admitir, una con nombre propio y apellidos, sintiéndose una parodia de sí mismo, por concederle el poder de influir en sus decisiones de adulto. Sintiéndose tremendamente repugnante, por ser un baboso que pensaba seguirla hasta una escuela, un viejo verde sinvergüenza de lo más rastrero...

Pero es verdad que cuándo se enteró que ella volvería a la escuela a cursar nuevamente su último año para formarse, decidió volver,siguiendo atontado, su estela dorada.

Si, desde que supo que gracias a ella aún estaba en este mundo, le invadió una batería de sentimientos contradictorios. Al principio la despreció por no haberle abandonado, por su asquerosa moralidad superior, por dejarle con aquella deuda por su vida, con la quemazón de que él sí merecía la muerte.

Después la toleró, siendo sus visitas en el hospital las más esperadas, las únicas que aguardaba en realidad, por él, los demás podían irse al demonio, incluido aquel muchacho con ojos verdes y su amigo zanahoria a los que deseaba no ver en mucho tiempo.

Y más tarde, le invadió un sentimiento que se negaba a nombrar, a poner etiquetas... no, sencillamente aquel cálido amor no podía estar creciendo en su negro y podrido corazón.

Y mucho menos por una joven, por alguien que le había dado tantos quebraderos de cabeza... pero que hizo todo lo posible por salvarlo, porque pensó que merecía la pena, a pesar de ser él, a pesar de cómo la había tratado en el pasado, ella dio lo mejor de sí y ahora él podía ver un nuevo amanecer.

La muchacha le visitaba todos los días sin falta. Al principio se limitaba a leerle novelas para entretenerle, dónde él podía fácilmente recrearse en su perfil iluminado por los tibios rayos de sol y en su voz suave e hipnotizante.

Entre visitas y visitas, una extraña amistad creció entre ellos, siendo con la única persona con la que no se comportaba como un verdadero cretino, una dónde una complicidad destacable brotó de una natural manera. Ya no se limitaba a leerle a Gabriel García Márquez, Arturo Pérez Reverte o el denso de Nabokov, sino que ya conversaban, dónde ella le contaba noticias del exterior, incluso algún cotilleo en la que él opinaba con lengua afilada haciéndola reír, música para sus oídos. Ella a veces le pedía consejo y él dejaba a un lado sus sarcasmos para ofrecerle su dilatada experiencia, incluso una vez la convenció para que metiera tabaco de contrabando, que fumaron entre risas a escondidas de las enfermeras, donde ella le dio un ataque de tos.

El inquietante día de San Valentín del profesor SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora