¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Dónde vive ese tal romeo?-
???
Cierto pelinegro permanecía en una amplia cama en la que ya había perdido la cuenta, los días que llevaba viviendo allí. ¿Por qué? Pues precisamente su barco se vió averiado, por lo que necesitaban de un material ampliamente exclusivo para reparar un último daño, daño que si no se molestaban en reparar, se verían tal vez en el fondo del mar, por lo que Franky acompañado de Nami, Robin y chopper fueron a una nueva isla a unos días de allí en un barco que habían arrendado.
Para desgracia de su capitán, a este se le prohibió ir por el imán de problemas que resultaba ser en su día a día. Por supuesto Luffy había planeado acompañarlos al día siguiente pero su sueño le resultó demasiado difícil de vencer.
Y aquí estaba, en una cabaña que compartía con cierto rubio, el cual ya llevaba día desaparecido con la excusa de tener citas importantes y Zoro, bueno, quién sabe dónde había llegado a parar.
—¡Tengo hambre! —, se quejó levantándose de su cama.
Por un instante pensó seriamente en cocinar pero se resignó ante el vago recuerdo de él mismo incendiado su propio barco.
—Bueno, no importa, está ella. —musitó antes de sonreír y salir apresuradamente de la cabaña en dirección hacía esa persona que en esos momentos resultaba ser su salvación.
— ¡Oiiii belleza rara!—exclamó sonriente el pelinegro.
La ya extrañamente nombrada se volteo con sus mejillas totalmente rojas mientras corría de inmediato al pelinegro al cual no tardó en cubrir su boca con un de sus manos.
—Shhh ese no es mi nombre Luffy. —Se quejó avergonzada, —Nos conocemos hace más de un mes y tú aún me llamas de esa forma.
—Mmmm..mmm.
La muchacha quitó su manos de la boca del mugiwara.
—¡Pero tú me dijiste que así te llamabas!—se defendió cruzándose de brazos.
—¡Por supuesto que no, yo te dije el significado de mi nombre que es Hayami. — enfatizó lo último entre suspiros.
«Y es belleza inusual.» le corrigió mentalmente al pelinegro.
—No te entiendo.— se quejó, —Si tú eres una belleza.
Los colores aumentaron en el rostro de la joven, quién cubrió su rostro con ambas manos. ¿Cómo lograba avergonzarla tanto?su corazón daba un vuelco cada vez que lo hacía.
— ¿Tienes fiebre?-inquirió repentinamente posando su mano en la frente de ella y en la suya, comprobando su temperatura.
