Ubicación: Después de una misión aleatoria luego de que Sarada y Boruto descubrieran el origen de Mitsuki.
Pov. Sarada
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CALOR.
No había otra palabra que describiera mejor el estado de humor de Sarada: desde el marco de sus anteojos hasta la punta de los dedos de sus pies. Y empezaba a sentir que incluso su cabello se estaba incinerando.
Era una noche de pleno verano en Konoha, y se hacía sentir.
El Equipo 7 (el nuevo equipo 7) había vuelto de una misión bajo un sol abrasador cuando todavía era de día. Cruzaron las puertas de la aldea con un alivio pocas veces visto, ya que el grupo de jóvenes ninjas solía mostrarse entusiasmado con cualquiera de sus misiones.
Sí, es cierto que a Boruto le gustaba quejarse de aquellas simples tareas que el Séptimo les encargaba: buscar un gato perdido, fumigar los árboles de la zona fronteriza, o ayudar a una anciana con su tienda de chucherías. Misiones de rango C, o incluso D, no eran nada estimulantes para el hijo del Hokage y para la hija de un criminal de guerra (perdón ✧ ex criminal de guerra) redimido. Pero ya no eran los niños pequeños que jugaban a tirar shurikens en la academia o que querían ser ninjas por temor a separarse de sus amigos. Ahora tenían sueños. Y una misión, por más simple que fuera, era una misión, un pequeño paso entre los tantos que cada cual había empezado a dar.
Pero en días como aquel uno solo deseaba volver a casa, pegarse un baño de agua helada y descansar a la luz mágica del frío aire de los ventiladores y los aires acondicionados.
Diablos, nada le haría creer que esta época tecnológica era mejor que aquella que su madre describía en las historias que le contaban de niña, cuando los ninja eran ninja de verdad; pero tenia que admitir que el aire acondicionado había sido el mejor invento de la humanidad. Del universo.
O eso pensaba... Hasta que las luces estallaron y recordó que sin electricidad los aires eran solo unas cajas blancas inútiles.
Así es, se había cortado la luz y toda Konoha se hallaba a merced de aquel calor insoportable.
Sarada lo soportó una hora.
Primero intentó dormirse. Contó hasta diez. Luego hasta cien. Finalmente, hasta mil, y decidió que era inútil.
Segundo, intentó refrescarse. Se lavó los dientes con su pasta favorita y aprovechó el instante de placer en que esta le hacía sentir que su boca se congelaba, pero la ilusión era apenas una sombra de la sensación de frío real. Un genjutsu habría durado más. Se pegó un largo baño de agua fría y aromatizada, con flores de lavanda. Incluso Sakura le permitió usar sus cosméticos especiales creados a base de menta, porque según la investigación de Ino la menta daba una sensación de "frescura".
Sensación de frescura mis narices, pensó Sarada. Soy una pastilla de menta andante, y pronto seré una pastilla de menta derretida.
Sarada se preguntó cómo luciría si fuera una pastilla de menta de verdad.
