Heartbeat

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Era otra tarde de invierno sin ningún cambio des del incidente de hacia dos meses.

Te encontrabas en la habitación del hospital, acostada de lado a un lado de la camilla, uno de tus brazos reposaba en el pecho de Pedro.
A pesar de que era una habitación común, habían varios ramos de flores con tarjetas que deseaban ánimos.
De fondo lo único que se escuchaban eran los pasos en el pasillo de los médicos o enfermeros, junto con el ruido que hacen las camillas o las sillas de ruedas al pasar. Pero lo que más se escuchaba eran los pitidos discontinuos que indicaban que el corazón de Pedro aún latía.
Tu mirada estaba perdida en el ventanal que tenía vistas a la ciudad. Se veía el atardecer, era precioso. Pensaste en cómo le hubiera gustado verlo a él.

- Sabes, tampoco eres tan mayor como para hacerme esto ahora.- pensaste mientras secabas una lágrima que cayó de tu cachete. - Tienes que despertar amor, nuestros hijos te esperan en casa, tenemos que pasar por muchas cosas juntos aun, no te puedes ir.

Era verdad, conociste a Pedro cuando tenias 25 años y el tenía 47. Había mucha diferencia de edad, eso creo mucha controversia, pero os amabais, así que nada pudo romper lo que tenían. Ahora tienes 32 y Pedro 54. Os casasteis un año después de conoceros, y un año después tuvisteis vuestro primer hijo, Luca. Ahora tenía 5 años, y su hermana menor Noa, tenía a penas 2 añitos.

Pedro se encontraba estirado en la camilla, con los ojos cerrados, y vías en las venas de sus brazos.
Los médicos habían dicho que tenía 20% de probabilidades de despertar del coma.
Eran pocas, pero era mejor que nada.

De repente oíste como la puerta del cuarto de hospital se abrió. Te levantaste rápidamente secando tus lágrimas con las mangas de tu suéter azul claro.

- Mami!- gritó Luca emocionado y abrazándote.

- Hola mi amor- dijiste y lo cogiste en brazos para darle un beso en la mejilla.

Seguidamente entró tu hermana con Noa en los brazos. Llevaba un chupete en la boca. Estabas intentando quitárselo y miraste seria a Ania, tu hermana. Ella se dio cuenta.

- Perdón ______, esque no para de llorar y ya no se que hacer.- dijo Ania con unas ojeras enormes.
Pues ella había cuidado de tus pequeños las noches que te habías quedado en el hospital.

Ania era mayor que tu, tenía 35 años, pero no tenía hijos, vivía con su pareja Elisa en un departamento en el centro de la ciudad (nota de la autora: imagínate la ciudad que quieras) eso si, tenían como tres gatos.

- No te preocupes, lo entiendo.- suspiraste y dejaste a Luca en el suelo para coger ahora a Noa.

- No hay noticias nuevas?- dijo Ania acercándote a ti, de manera que quedó Justo en frente de Pedro

Negaste con la cabeza

- No, ninguna noticia, sigue igual.- lágrimas volvieron a caer de tus ojos.

- Mami, no llores, mira, le dibujé esto a papi, así cuando despierte lo verá.- dijo tu hijo Luca sacando un papel del bolsillo de su chaqueta.

- Eres tu, yo, Noa y papá

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- Eres tu, yo, Noa y papá. Esta nuestra casa y dentro están Ollie y Aria. - dijo Luca

- Es hermoso Luca, seguro que le encantará.- dijiste y lo pusiste en una mesita al lado de la camilla.

- Bueno chicos, despídanse de su papi, ahora viene la tía Elisa y los lleva a la cafetería a que cenen algo.- dijo Ania.

- Bien! La tía Elisa!- sonrió contento Luca.

- Ben!- intento imitarlo Noa.

Luca se acercó más a la camilla y abrazó a Pedro como pudo, deje a Noa en el suelo y tambaleándose se puso de puntillas y le dio un beso en la mano a su padre.

Después entró Elisa por la puerta, me saludó y se llevó a los dos pequeños.

- Ahora, dime que vas a hacer.- dijo mi hermana.

- No lo se Ania, yo no quiero desconectarlo, y si se despierta, y yo le quito la vida, nunca me lo perdonaría. Y mira a los niños, lo necesitan.

- _______, debes pensar en ti también, estás muy desgastada por la situación. Te entiendo, es la persona que amas, pero quizás debes dejarlo ir, empezar a asistir a una psicóloga, empezar de nuevo.
Lleva dos meses así, con un 20% de probabilidades...no creo que despierte.

Rompiste a llorar, te dolía lo que te estaba diciendo, pero tenía toda la razón del mundo. La abrazaste mientras no podías parar de llorar.

...........................
El día siguiente:

Despertaste con dolor de espalda, como siempre. Ya que dormías en la camilla con Pedro, bastante limitada de espacio.

Vino una enfermera a revisar que todo estuviera bien, y después se fue.

Decidiste salir de la habitación y ir a por un café de máquina. Al volver te sentaste en el sillón de el frente de la camilla junto con tu café. Al acabártelo acercaste el sillón a la camilla y cogiste una mano de Pedro con tus dos manos, tenías los ojos cerrados, deseando que se recuperara, y a la vez pensando en lo que te había dicho tu hermana, Ania.

De repente notaste como si uno de los dedos de Pedro se movieran, retiraste tus manos rápidamente, tus ojos se abrieron como naranjas al ver que abría sus ojos poco a poco. Al parecer le molestaba la luz. Después giró sus ojos para mirarte a ti, y tuvo un intento de sonrisa.

-________...- Dijo débilmente.

- Pedro...- dijiste

No podías creer lo que estabas viendo.

- Voy a buscar a una enfermera.

Fue bastante rápido, la enfermera vino, y hizo un chequeo, al parecer debía quedarse algunos días Mas ingresado ya que obviamente se había despertado de un coma. Más tarde lo visito el doctor, y mencionó que poco a poco se recuperaría y tendría la vida de antes, aunque debía tomar alguna que otra pastilla.

Cuando se fueron, te volviste a acercar a él.

- N-no digas nada a-aún.- dijo Pedro- a nadie. Quiero disfrutar como si fuésemos los únicos seres humanos en el mundo.- sonrió

- Está bien mi amor.- dijiste acariciando su cara.

- Te amo tanto ______.- dijo el, y una lágrima salió de su ojo.

- Oh, no llores...todo va a estar bien, estamos juntos, y eso es lo importante. Yo también te amo. Juntos haremos posible que todo vuelva a ser como antes. Todo va a estar bien.- dijiste, después te acercaste poco a poco sin parar de mirar sus ojos marrones, tu color favorito después de conocerlo, por el simple hecho de que ese era el color al que veían tus ojos enamorados. Y lo besaste suavemente, fue dulce, pero largo. Se sentía tan bien, después de dos meses.

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Pedro Pascal - One shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora