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Un sentimiento de culpa nació cuando pude notar que Jisoo otra vez estaba huyendo de mí.

Otra vez habíamos tenido una pelea, y esta vez Jisoo parecía no tener intenciones de reconciliarse conmigo, a pesar que su mirada decía lo contrario.

Esperé su horario de salida de la agencia, estaba preparada para afrontarla e invitarla a comer. Incluso en mis manos yacía una rosa blanca que había comprado especialmente para ella.

Jisoo era linda, agradable a la vista de todos y por supuesto, elegante, sin olvidar la vibra tan fresca que emana por todos lados, tal como una rosa. Siempre me aseguraba de darle tantas flores como pudiese, porque era un recordatorio para la pelinegra que su ser era tan precioso como una rosa: que a pesar que fuera invierno o primavera ella florecía y cada uno de sus pétalos eran tan perfectos y especiales para mí.

Pero, un nudo en mi garganta se creó cuando cruzamos miradas y ella solo suspiró, pasó a mi lado y aferró su tenso caminar, lejos de mí.

No pude detenerla y me sentí frustrada al notar que su silueta se perdía entre las ligeras gotas de lluvia que comenzaron a caer cuando corrí a través del estacionamiento inútilmente. Ella se había ido ya.

Miré mi reflejo en el charco frente mío y no pude evitar llorar cuando el viento arrebató la flor de mi mano, dejándola caer bruscamente en el lodo.

No entendía que pasaba. Nos conocíamos desde hace más de 4 años y nos teníamos confianza, pero desde que ambas supimos que yo tenía más probabilidades de debutar que ella la relación se fracturó.

Jisoo es buena persona, ella ocultó su dolor, pero ya no era lo mismo, incluso ella dejó de ser lo mismo consigo misma.

Ella en vez de envidiarme se culpó a sí misma por no estar al nivel, y cambió drásticamente.

Dejamos de hablar por un tiempo; me sentía mal por ella, y la ayudaba, pero Jisoo ya no quería ayuda, se irritaba fácilmente y se denominaba como una idiota. Y yo, no podía hacer nada.

Recordaba la última discusión. En casa de Jisoo las dos nos habíamos reconciliado, pero ya no nos comportábamos como antes; al final del día estábamos peleando por cualquier cosa, agotadas mentalmente.

Ella por primera vez me gritó, eso me hizo añicos el corazón; salí corriendo de su departamento, y después de ese día Jisoo comenzó a alejarse de mí.

Me encontré caminando a su departamento, con mis zapatos colgando en mis brazos y mi maquillaje hecho un desastre, no pudiendo evitar llorar al recordar las veces que acompañaba a Kim después de terminar de practicar a altas horas de la noche.

Caminé sin importar que mi cabello mojado se pegara a mi cara o que mi ropa empapada se adhiriera a mi cuerpo. Tenía que salvarnos, teníamos que arreglar las cosas.

Miraba a las personas ir y venir por la avenida, siempre acompañadas de alguien bajo un paraguas al tiempo que reían o estaban en su propia burbuja. Ni siquiera notaron mi presencia o el hecho que mis lágrimas se mezclaban con el agua dulce que caía del cielo y que mis pies descalzos chapoteaban en cada charco que se topara en mi camino. Estaba sola al borde de perder a la persona que me acompañó en gran parte de mi vida. Mi única familia en este lugar tan inmenso.

Finalmente, un edificio conocido tapó mi visión del cielo; sentía mi corazón en la garganta al notar una luz proveniente de la ventana de Jisoo, ella ya estaba en casa, tan cerca de mí.

Lentamente toqué esa puerta blanca, era el departamento 207, la casa de Jisoo.

No obtuve respuesta alguna y eso me lastimó un poco, ¿Qué tal si ella sabía que yo era quien tocaba? Me sentía insegura al pensar que ella posiblemente tomara mi presencia como una molestia desde aquel día.

Like a rose || BLACKPINK || LISOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora