Sentía frío. Entre las penumbras del lugar, solo se acobija entre sus brazos. Mira la lápida por milésima vez, solo para ver el retrato de alguien, de alguien quien alguna vez fue su hija.
Su lobo interior aullaba de agonía, lloraba y rasguñaba, anhelando con toda su alma poder tener nuevamente a su cachorra entre sus brazos.Una lágrima recorre su pálida mejilla, no sabe cuánto tiempo paso, dos semanas quizá. Su esposo e hija murieron en un accidente de tránsito, la marca en su cuello dolía a horrores, más la perdida de su hija, sumado el embarazo de un mes. Queria morirse. Ya ni tiene razones para seguir viviendo. Su mirada se dirige al cielo alto, entre colores celestes oscuros. El atardecer es tan hermoso que podría llorar nuevamente. Pero sus ojos están secos, toda su vida lloro, lloro y lloro hasta el cansancio.
Quien lo diría, ¿Será el karma?, Puede ser... El fue un monstruo con su destinado. Si, destinado, lo supo desde que vio aquellas esmeraldas tan brillantes como unas gemas, supo que sería su compañero de vida, pero el se encargo de destruirla.
Está sin su pequeña, un bebé encamino y viudo, sumado a todo lo que vivió en su infancia y adolescencia junto a su madre, los abusos, violaciones y un sueño hecho añicos.¿Cómo estarán sus compañeros?,¿Cómo estará Izuku y su padre?. Tal vez era hora de volver a Musutafú. Sus facciones estaban tan cambiadas que dudaba ser reconocido.
Sus cabellos cenizos estaban opacos y caídos, si su piel antes era blanca y tersa, ahora era áspera y pálida, sus ojos..., Aquellos rubíes dónde alguna vez brillaron con intensidad al ganar alguna competencia en U.A se hallaban apagados, eras dos piedras preciosas sin brillo alguno, oscurecidas y levemente opaco, sus labios..., Dónde antes eran de un color melocotón suave, ahora estaban secos y levemente morados por el invierno que azotaba en el cementerio. Y por último su cuerpo... Dónde alguna vez tuvo un abdomen marcado, están lleno de estrías por su antiguo embarazo, y no olvidemos que está desnutrido, pues hasta llegan a notarse sus costillas.⎯⎯Kei-kei-chan...— murmuro bajo, susurrando el apodo que le puso a su pequeña infante, añoraba ver aquellos rubíes de su hija, peinar aquella cabellos suaves y lacios, bañarla, contarle historias de superhéroes, cocinar su comida preferida, salir al parque, y mirar películas un viernes por la noche.—¿P-porqu-e...? !¿PORQUE ME LA QUITASTE?!⎯⎯ gritó, sintiendo su garganta desgarrarse por tal atroz grito, el Omega lloraba a mares, sintiendo que su dolor se agrandaba. Estaba roto, acurrucándose más a la lapida, viendo cómo las flores bailaban al compás del aire, un fuerte viento helado corrió calando toda su anatomía, su piel quema ante eso y antes de que pudiese abrigarse más, empieza a lloviznar.
Se levanta con dificultad, el característico cosquilleo en sus piernas no se hizo esperar, los calambres en sus pantorrillas le pasan factura por estar sentado horas y horas en una posición fetal en aquel frío cementerio. No le toma importancia y sigue su rumbo sin fijo alguno, su mente está en blanco, es una hoja de papel sin color, sin vida, que se va quemando al paso de los días. Su cuerpo duele como nunca antes, pero está tan acostumbrado al dolor físico y mental que no se da cuenta de su estado.
Llega a la estación del tren, siente las miradas a su alrededor, juzgando su lamentable estado. Ni siquiera se sienten sus feromonas, y su Omega interior está anormalmente silencioso.
⎯Señor, buenas tardes, ¿A qué destino se dirige?⎯ La cajera dice amablemente, sintiendo pena ajena por el otro. Katsuki ignora eso.
⎯Tokio⎯ su voz es tan dura, fría y monótona que cala entre sus huesos, la chica da un respingo, dudando si de verdad es un Omega, pero su contextura pequeña y extremadamente delgada dicen otra cosa. Ella asiente y le da el boleto.
Katsuki ni siquiera sabe el porqué vuelve a su lugar de origen, no sé siente digno para volver a ver a su padre, sus amistades quedaron en el olvido, ¿su madre? Tal vez ya cumplió su condena en prisión. Y por último, deku. No podría... Alguien tan miserable como lo es el,no soportaría ver a su destinado con otra persona.
Mira el horizonte, las nubes entre las grandes montañas, frías, peligrosas, y hermosas para apreciar. El cielo teñido de un rojo anaranjado, y la oscuridad que le acompaña, las estrellas haciendo aparición haciendo aún más hermoso el paisaje. A su hija le hubiese gustado ver... lastima que ya no está.
Las horas transcurren rápidamente con pesar, está saliendo de la estación de trenes a pasos lentos, su estómago se encoge resentido por no tener comida procesando. Pero tan acostumbrado a los dolores corporales que le acompañan desde hace muchísimo, no siente nada, pero si lo lastima.
Ve la gran ciudad, las calles, edificios y tiendas habían cambiado, se siente extraño, volver a su ciudad natal era extraño. Sigue caminando y sin darse cuenta choca con alguien, intenta enfocar su vista en el otro, para toparse con una cabellera... ¿Verde?. ¿Deku?.⎯⎯Lo-lo siento no lo ví ven-⎯⎯Su palabrería se va opacando cuándo cae en cuenta de quien es, su destinado. Izuku se congela en su lugar, el color abandonando su cara mientras hacía una mueca de pura sopresa. Tantos años... Y lo tenía enfrente.⎯⎯¿K-kachan?,¿ Eres tu?⎯⎯intenta modular su tono de voz, está vestido como civil y no quiere que los paparazzi le atormenten.
El cenizo no sé quedaba atrás, estando pálido por lo acontecido, tenía que salir de ahí, rápido. ¿Quien dijo que volver sería una buena idea?
Saca fuerzas y se hecha a correr, sintiendo un dolor en su nuca y la vista borrosa, maniobra sus pies dando un giro doble a la derecha, encontrándose con la calle central. El ignora eso por la adrenalina y sigue corriendo, restándole importancia al camión que venia a pocos metros, arrasando el límite de velocidad permitida por la ley.
Y ve pasar su vida ante sus ojos, ¿hiba a morir?, Pero antes de eso, alguien sujeta su brazo tirandoló hacia atrás.
⎯⎯¡¿ESTAS DEMENTE!? ¡Casi te atropellan!⎯⎯grita eufórico y preocupado el héroe verde.
El cenizo intenta recobrar consciencia, no logra escuchar los reclamos, pues sus oídos retumban de una manera horrible. Enfoca su mirada en el contrario, sus gritos se escuchan lejanos y no comprende del todo lo que dice.
⎯⎯C-callate—— dice con dificultad, izuku lo mira preocupado, las miradas a su alrededor no se hacen esperar, murmurando el parecido que tenía el cenizo a los carteles de "Se busca", el peli-verde lo toma del brazo, jalando su extremidad a otra parte.
Ya algo lejos, Midoriya sigue caminando en silencio, el rubio no lo mira pero aún así lo acompaña, el silencio a su alrededor esta tenso, pero ninguno de los dos está dispuesto a tomar la palabra, por lo menos no el rubio.
⎯⎯Y b-bien..., ¿Cómo estás?—pregunta bajito sin saber que más preguntar, su corazón latía frenéticamente desde su inesperado encuentro. Lo mira de reojo, ahora teniendo lo más de cerca, se da cuenta de sus facciones cambiadas, sus ojos apagados y debajo cargando con grandes ojeras , su piel estaba más pálida y levemente amarillenta y obviamente, tenía la cara más delgada. —Por los problemas anti-salud que lleva por años—.
—¿Tu qué crees?— respondió a la defensiva, no tenía ganas de hablar pues el ambiente era notablemente incómodo.
Izuku suspiró profundamente, tratar con el Omega se hacía más difícil de lo que creía.
Queria al Katsuki Bakugo de hace siete años
Nota:
Cuanto tiempo, la verdad estaba pensando en eliminar esta historia, y comenzar una mas elaborada jaja
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𝑽𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆 𝒂 𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓...________DEKUKATSU
Novela JuvenilSer un Omega no era beneficioso , los estatus en esa sociedad son lo primordial para ese mundo tan enfermo que. Aparte de tener súper poderes , si no eran un alfa o beta y ya casi Omega de buen estatus, no podrían ser "héroes" ni mucho menos ser alg...