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Yoongi abrió la puerta al escuchar unos suaves toques y se encontró de nuevo con el chico de grandes mejillas, mirándolo con ojos brillantes.

Quizás ya no debería ni siquiera abrir la puerta.

— Hoy tampoco quiero, gracias— habló antes de que el castaño dijera algo.

— ¡Hola! Sé que no nos conocemos y que no es mi problema, pero te vi ayer un poco desanimado— revisó en sus cosas y sacó una linda bolsa trasparente con puntos de colores, amarrada con listón azul —Toma, te lo regalo— se la extendió con una gran sonrisa.

Yoongi lo miró confundido, ¿desanimado? No estaba desanimado, se sentía muy bien de hecho, pero quizás la forma en la que hablaba o lo miraba le daba a entender eso, lo cual era raro porque todos decían que tenía cara de amargado, no de alguien desanimado.

Que mala percepción tenía ese chico.

— Gracias, supongo— la aceptó aún confundido, dándose cuenta de la figura en esta, le parecía linda — ¿Cómo te llamas?— se atrevió a preguntar sin pensarlo, pero la pregunta de saber quién era había estado rodando en su cabeza desde que sus amigos mencionaron que también lo conocían.

— Kim Taehyung, tu eres Min Yoongi.

— ¿Cómo sabes quién soy?.

— Ayer tus amigos te dijieron Yoongi, el apellido, mi hermana mayor me lo dijo porque le pregunté— lo miró de manera apenada, no quería que pensara que era una raro acosador o algo así — Es compañera tuya en le universidad, es Solar.

— Escuché algo sobre eso, no sabía que eran hermanos.

— Medios hermanos, pero si.

— Interesante— susurró para el mismo. — Gracias por esto— señaló las galletas.

— ¡De nada! ¡Que tengas un buen día! — volvió a sonreír como siempre hacía.

Yoongi miró las galletas en sus manos luego de cerrar la puerta, era un gatito de chocolate con manchas naranjas, sonrió inconscientemente ante el detalle, era la primera vez que alguien se atrevía a darle algo tan sencillo personalmente sin algún toque de picardía.

— ¿Quién era?— preguntó la señora Min bajando las escaleras luego de unos segundos.

— El chico de las galletas.

— Dime que compraste para mi, Yoonie.

— No sabía que te gustaban.

— ¡A todos les gustan!— miró la bolsa en sus manos y Yoongi la escondió rápidamente. — ¿Por qué las escondes? Dame esa, ni siquiera te gustan— trató de quitársela, pero fue más rápido y corrió hacia las escaleras.

— ¡Esta es mía!— gritó mientras subía las escaleras rápidamente.

La señora Min estaba sorprendida, nunca lo había visto así, menos por una galleta.

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