Capítulo 5: Quidditch, Halloween, A Troll & Sirius

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5. Quidditch, Halloween, un Trol & Sirius

Con una semana completa de clases en el cinturón, las clases en Hogwarts parecían ir a toda marcha. Los alumnos no tardaron en quedar sepultados bajo sus estudios, aunque las clases eran cada vez más interesantes y profundas, así que Harry no iba a quejarse.

A mediados de la segunda semana, los de primer año empezaron las clases de vuelo. Volar era, en opinión de Harry, lo mejor que existía. Volaba como un pájaro. Le parecía algo natural. Los Ravenclaw y los Hufflepuff se lo pasaron en grande, aunque hubo algunos alumnos recelosos de las alturas a los que hubo que engatusar.

La clase Gryffindor-Slytherin no fue tan bien, por lo que había oído. Neville perdió el control de su escoba y se cayó del aire, rompiéndose la muñeca. Cuando Madame Hooch se lo llevó al ala del hospital para que lo atendieran, Draco Malfoy encontró algo que la abuela de Neville le había enviado aquella mañana en la hierba donde había caído e intentó llevárselo. Hermione Granger le había regañado y exigido que se lo devolviera, y él la hechizó por ello.

Hermione le devolvió el golpe y, cuando Madame Hooch regresó, se había desatado una guerra sin cuartel entre las dos casas. Les quitaron cien puntos a las dos casas y todos fueron castigados, excepto Neville, que no estaba allí. Ni siquiera él salió ileso. Además de la muñeca rota que se había hecho, su Rememberall, lo que le había enviado su abuela, se había roto durante la refriega.

Ambas casas se enfurecieron con los de primer año, que en las semanas siguientes anduvieron con pies de plomo y agacharon la cabeza.

Ron y Harry seguían enfrentados. Ron nunca se disculpó, sino que se enfurruñó, murmuró en voz baja que Harry era un "imbécil engreído" y se paseó de mal humor. El resto de los alumnos de primer año de Ravenclaw cerraron filas contra él. Todos pensaban que estaba haciendo el ridículo al intentar controlar con quién podía hablar Harry, sobre todo porque, por lo que sabían, tanto su padre como el de Malfoy estaban en pie de igualdad. Él tampoco se lo tomaba bien, y por eso también se irritaba con el resto, aunque a ninguno de ellos parecía importarle demasiado. Empezó a pasar la mayor parte de su tiempo libre con Dean y Seamus de Gryffindor.

Antes de que ninguno de ellos se diera cuenta, septiembre se había ido y octubre había llegado, frío y ventoso.

"Por mucho que me gustaría estar en el equipo de quidditch, en días como éste me alegro mucho de no estar". reflexionó Michael mientras veían al equipo de quidditch entrar para desayunar.

Sólo faltaban dos semanas para el primer partido de la temporada y todos los equipos habían estado practicando como locos. El equipo de Ravenclaw había salido al campo aquella mañana, y la mayoría deseó no haberlo hecho. Estaban empapados y salpicados de barro, aunque sólo habían estado fuera la mitad del tiempo de entrenamiento asignado. El techo del gran salón era ominosamente gris y una lluvia ilusoria caía sobre sus cabezas.

"Me gusta mirar. Nunca he tenido ganas de jugar. Pobres bastardos. Parecen medio congelados". Terry estuvo de acuerdo.

Harry sólo podía estar de acuerdo. Por mucho que le gustara volar, no estaba seguro de querer verse obligado a hacerlo con aquel tiempo.

"Pansies. Por eso Ravenclaw nunca gana la maldita copa de quidditch. Oliver Wood los habría hecho levantarse al amanecer y los habría retenido todo el tiempo". se burló Ron, refiriéndose al capitán de quidditch de Gryffindor, a quien había llegado a admirar mucho.

"Oh, cállate, Weasley. Aunque a todos nos gustaría ganar, al fin y al cabo es sólo un juego". Lisa resopló.
"¡El quidditch no es sólo un juego!" espetó Ron horrorizado. "¡Es quidditch!"

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