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Finas gotas empezaron a caer propiciando una pronta lluvia más fuerte

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Finas gotas empezaron a caer propiciando una pronta lluvia más fuerte. El frío de Seúl logró traspasar mi ropa sin dificultad pues sólo llevaba puesta una campera poco gruesa. Si bien el pronóstico anunciaba lluvia, no creí que llegaría tan rápido.

Los diversos colores de las flores en aquel lugar intentaban cambiar el ambiente tan apagado por uno más vivo, en un pésimo intento. El color más predominante es el blanco, es entendible el porque. El lugar estaba vacío, yo era la única persona a esta hora y con este clima caminando sobre tierra y pasto humedecido para llegar a mi destino; el cual ya no estaba lejos, sólo a unos pocos metros.

Mi corazón se descontroló en cuestión de segundos. Mi respiración empezó a entrecortarse. Y mis ojos amenazaron con la proximidad de las lágrimas. Una sensación horrible se apoderó de mi pecho.

Para mi, es demasiado irreal y doloroso verlo en este lugar. Sin embargo, él está tan resplandeciente. Con una sonrisa enorme y preciosa.

─Hola Jiminie ─el flaqueo de mi voz fue imposible controlar. Lo toqué con sutileza y le dejé el ramo de flores a un lado.

Cerré mis ojos tratando contener las lágrimas porque no quería llorar. No quería que él me viera así.

Tosí un poco para aclarar el tono de mi voz antes de volver a hablar.

─Lo siento mucho, mochi ─me arrodillé frente suyo y lo acaricié─, por la demora en venir a verte ─le di una sonrisa débil─. Ha pasado mucho tiempo.

Lo miré fijamente y él no borró esa sonrisa de su rostro ni por un sólo instante. Él estaba feliz, se veía tan bien, como si no tuviera problema alguno, como si tuviera mucha calma. No podía permitirme arruinar aquello.

Lo observé a más detalle. La remera blanca con rayas azules y el abrigo verdoso que llevaba puesto, era lo que lo cubría. Su sonrisa se mantenía y con ella sus pequeños ojitos achinados.

Esa foto es una de mis favoritas.

La foto era sostenida por una pieza rectangular de mármol detrás suyo. Pieza que en su centro yacían escrito los datos de él.

𝐏𝐚𝐫𝐤, 𝐉𝐢𝐦𝐢𝐧

𝟏𝟑.𝟏𝟎.𝟏𝟗𝟗𝟓
𝟐𝟑.𝟎𝟗.𝟐𝟎𝟐𝟏

Las lágrimas que antes había logrado contener no tardaron ni un segundo en salir. El dolor en mi pecho se agravó.

Hoy era su segundo aniversario de su fallecimiento. Dos años, que habían pasado y no lo venía a ver; no lo hacía porque no quería, sino porque no podía. Y ahora que por fin estaba en este lugar, frente suyo, verlo así de golpe volvía a ser tan duro y desgarrador como la primera vez.

Lo extrañaba.

Maldita sea, lo extrañaba demasiado.

Nunca lograré entender el porque pasan tantas cosas en la vida. Jimin sólo tenía veintiséis años, tenía toda una maldita vida por delante.

𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 𝐅𝐎𝐑 𝐇𝐈𝐌 | 𝐏𝐉𝐌 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora