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Era bastante sofocante, aquella habitación turbulenta cuyas paredes temblaban y sus huéspedes no descansaban. El placer era escuchado en suaves gemidos, el sudor estaba pegado a sus pieles y el calor adherido a sus mentes. Sus cuerpos se retorcían entre las caricias de goce.

Se sentían perdidos ante la calidez del otro, entre aquellos ojos entre abiertos llenos de calma y deleite. Se encontraban en el vals, de sus cuerpos chocantes empapados en sudor.

Y aunque no creían en obsequios, sabían que su primer encuentro fue dado por una caja de bombones. Y aunque sabían que su compañía no era perpetua, sus encuentros quedarían grabados.


"El amor era cruel, retorcía sus corazones. Abusaba de las situaciones"

 

"Terminamos en tu cama, ahora dime que hago

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"Terminamos en tu cama, ahora dime que hago. Si ni te conozco y siento que ya no te quiero compartir. Dime si tú sientes lo mismo que yo si no pásame el trago".

—Big Soto (¿Qué hago?)

Cartas a nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora