1. El Comienzo de Todo

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Mi mamá no hacía más que gritar y gritar. Siempre era muy nerviosa. O a lo mejor es porque está a punto de tenerme y yo me movía mucho. Los sombremédicos le decían que era normal. Intuían que me movía tanto porque creían que era un sombrero con ganas de viajar y vivir aventuras (y así soy). Mientras que pasaba todo esto, mi padre esperaba fuera mientras escuchaba todo el escándalo que había ahí dentro.

Hola, soy un sombrero hablante llamado Cappy. Como veréis, aún no he nacido, así que el físico no os lo puedo contar aún. Lo que sí sé es que soy un sombrero con mucha energía y con ganas de salir de dentro del cuerpo de mi madre. Cuando salga de allí dentro, os contaré más cositas sobre mí.

El momento de la salida fue un poco atroz. Menos mal que mi padre no estaba allí para presenciar lo que acababa de ocurrir. Me explico: justo cuando nazco, sin querer, le pego un puñetazo al primer sombrero que me encontré, que justo era mi madre. ¡Ups! Menos mal que no le pasó nada porque yo casi que no tenía fuerza. Acababa de nacer, no me culpéis. La primera vez que vi a mi madre fue la más hermosa y bonita de toda mi vida. Era de color blanca, ¡como yo! Su pelo era de color rosa. No era tan largo. Ni tan corto. Sus ojos eran de color rosa. Su cuerpo era de color morado. Ella era una chistera. Cuando ella me vio a mí, empezó a llorar, pero yo no entendí por qué. Supongo que se emocionó. Mi madre le dio las gracias a los sombremédicos por mi nacimiento un poco doloroso.

Salimos de la habitación. Mi madre estaba un poco mareada (estas cosas le marean, pero en este caso es normal) mientras nos encontramos con mi padre. También me pasó lo mismo que con mi madre, es decir, que el primer encuentro con mi padre, fue el mejor de todos. Era de color negro (en eso ya no coincidimos mucho). Su pelo, que era una cresta como la mía, era de color verde. Sus ojos eran de color morado. Su cuerpo era de color verde. Él también era una chistera, como mamá. Era, comparando a mi madre y a mí, el más grande de los dos. Cuando mi padre me vio, se puso muy pero que muy contento. Incluso se puso a llorar, que eso es mucho.

Salimos del hospital después de que terminaran de hacer todas esas cosas que son un rollo que hacen los sombremédicos, entre ellas, limpiarme (hombre, acababa de salir del cuerpo de mi madre). Yo bebía un biberón de leche mientras iba con mis padres a mi casa. Nunca olvidaré mi primer día.

Los Orígenes de CappyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora