"Un beso y ya"

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Pensé que el iba a apartarme pero siguió con el beso, sentí su lengua bailar con la mía, nos separamos por falta de aire, todo mi labial había quedado en sus labios, lo volví a besar y lleve sus manos hasta mi trasero, sentía como el temblaba, estaba nervioso, ese hombre frío que solo piensa en matar se puso nervioso por besar a una mujer.

Nos seguimos besando hasta que sentí algo rozando mi pierna (lo dejo a su imaginación) el me levanto y me puso en la mesa donde estaba la cocina, sus enormes brazos rodeaban toda mi cintura mientras nos íbamos calentando poco a poco.

Lo dejé que tocara mis pechos, el se sentía nervioso yo debía guiarlo, lo rodeé con mis piernas mientras el las tocaba, la temperatura subía mas y mas hasta que escuché que alguien tiró una botella en la cocina, me separé de él rápidamente y el se separo de mi también, me baje de la mesa y fui a revisar quien estaba allí, era Alejandro que buscaba una botella de agua para que se le bajaran las náuseas.

Ale estas bien? Necesitas algo? -dijo disimulando- ven te llevo a la cama

Estoy bien, solo vine a buscar algo de agua, me muero de sed, ya no vuelvo a tomar -dijo yendo a su cama-

Me despedí de Ghost con un guiño, subí a Alejandro a su cama y le oré a Dios que nadie hubiera visto lo que estábamos haciendo, se que soy una mujer adulta y puedo salir con quien quiera pero esta vez es diferente, no podía enamorarme de él, no solo porque era mayor que yo si no porque también era amigo de mi padre.

Al día siguiente no lo vi en toda la mañana, según mi padre Simón había salido desde las 7:00 de la mañana y hasta esta hora no ha regresado, el día concluyó normal fui a correr porque mi pierna ya había mejorado, ya la podía mover bien, mientras corría recordé esos besos, sus grandes brazos tocando todo mi cuerpo, esos labios que se sentían como besar una almohada, el era perfecto, sentía que solo lo quería para mi lo cual me asusto porque yo no soy así, debo dejar de pensar en el de esta manera.

Llegue al cuartel tarde porque me detuve en una librería encontré muchos libros interesantes y me quedé leyendo unas horas, Price me regaño por no avisarle donde estaba, visualize toda la habitación y el no estaba, me daba mucho miedo preguntarle a Price donde estaba Simon así que me aguante la preocupación y solo fui a mi cuarto.

Estaba secándome el cabello cuando escuché que alguien tocó la puerta.

Espera quien quiera que seas, me estoy cambiando -dije pero al parecer al que estaba detrás de esa puerta no le importo lo que le dije-

Ese hombre musculoso abrió la puerta y me vio como Dios me trajo al mundo, solo llevaba mis panties y mi sostén, nos quedamos viendo unos minutos hasta que el reaccionó y se tapó la cara

Yo...yo...lo siento no escuché que dijiste que te estabas cambiando, eh, bueno... -dijo ese hombre más rojo que un tomate-

Yo...ehh...-dije y agarre la sábana de mi cama para taparme- que necesitas? -pregunté nerviosa-

Solo quería devolverte la pulsera que tiraste ayer -dijo extendiendo la pulsera-

Gr-gracias -dije tomándola- (Se que esto está mal pero yo...lo quiero...hacer...mío...)

Con la sabana alrededor de mi cuerpo le tome las manos y lo senté en la cama.

Que haces...? Esto no es correcto -dijo nervioso-

Shhh~ sólo déjate llevar Simon -dije para después darle un beso en sus suaves labios- solo déjate llevar...~

(Esta parte se las dejo a su imaginación ya que no sabría describir una escena así y no es porque tenga pena ni nada solo es por el motivo que cada persona piensa diferente acerca de las relaciones sexuales :D)

Al día siguiente me levante de muy buen humor, baje a desayunar normalmente como lo hago y Price noto que andaba super feliz.

Parece que dormistes muy bien anoche, o acaso soñaste algo bonito?

-Más bien sentí algo bonito-

Estoy como todas las mañanas papá, súper energética -dije riéndome-

Vi como se le formó una gran sonrisa a Price al parecer que lo llamara papá lo ponía muy contento.

Mientras hablaba con Price los demás llegaron a comer, y allí estaba el hombre más perfecto que había visto en mi vida en pijama y unas pantuflas.

Luego de aquel suceso de anoche el se levantó muy temprano para que nadie nos descubriera, el se fue a su habitación y obviamente yo me quede en la mía, me había dejado su camiseta, era el doble de grande que mis camisas, me quedaba como un vestido, sentía su olor, ese olor a ese perfume que se hecha y huele tan rico.

No nos podíamos ver ya que los dos nos poníamos rojos, desayunamos en silencio y cada quien hizo lo que le correspondía

Por mi parte nunca olvidaría esa noche, fue la noche más mágica que tuve en mi vida entera...

Tras su máscara Simón Riley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora