s e i s

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— ¿Sí, señor Spring? —inquirió la maestra al ver su mano alzada.

— ¿Puede darme un permiso para ir a la enfermería? No me estoy sintiendo bien —contestó él con voz arrastrada y cansancio, llevándose las manos al estómago. La docente alzó las cejas con preocupación y asintió de inmediato.

— Claro, puedes ir. Anotaré tu ausencia en la carpeta.

— Gracias, profe.

— Yo lo voy a acompañar —se apuntó Fox de inmediato—, aún no sabe bien dónde queda la sala de enfermería.

— Muy gentil, os anotaré a ambos. Ahora, id allá.

Spring se levantó con rostro de dolor y su amigo lo siguió, poco menos que dándole soporte para ayudarlo a caminar.

Salieron, cerraron la puerta tras ellos.

Y empezaron a reír.

Al instante se hicieron señas mutuamente para indicarle al otro que haga silencio, y echaron a caminar.

— Eres un actor fenomenal, hasta yo me preocupé —halagó Aiden, a lo que el otro rodó los ojos y sonó los labios.

— No me conoces lo suficiente si piensas que un simple dolor de estómago va a poder conmigo.

— Qué dices, te conozco como la palma de mi mano —ante esa afirmación, Spring lo miró de reojo y mostró una tímida sonrisa.

— Bueno, ¿a dónde vamos? —cambió el tono y tema.

— A un lugar donde no haya cámaras, que si nos ven fuera de clase dando vueltas como si fuera plaza, estamos jodidos.

Aunque su objetivo era escapar de los pasillos lo más rápido posible, avanzaron con parsimonia, como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Tal vez así era, porque estando juntos el tiempo siempre parecía ser eterno. Les gustaba su eternidad.

Tras conseguir unos refrescos de la máquina expendedora —de la cual no tuvieron que pagar, Aiden le enseñó a Spring un truco para sacar cosas fácilmente—, terminaron en el patio atrás del gimnasio, apoyados en la pared, riendo, poniéndose al día.

— Y dime, Rojo —se le ocurrió entre eso a Spring—, ¿cómo van las cosas con Ann?

Aiden alzó las cejas, descolocado por la pregunta. El tono empleado no era de fastidio, pero tampoco era la mayor alegría del mundo. Algo que sí identificaba era genuinidad. Tal vez porque Spring era la persona más genuina que conocía, que incluso sus máscaras están construidas con rasgos reales suyos.

— ¿Ah? ¿Con ella?

— Me ha contado un pajarito que piensas confesarte pronto —continuó con diversión, tomando otro sorbo largo de la gaseosa. Fox sintió las mejillas arder.

— Bueno, sí- No, es que —se aclaró la garganta y se venteó con su propia camiseta—... No es precisamente una confesión, ¿vale? Solo quiero... asegurarme de algo.

— ¿Asegurarte?

— Sí, es que... últimamente me siento raro, y ya no estoy tan seguro de si me sigue gustando.

— Después de casi un año sin hacer ni un movimiento, no me sorprende —rió por la nariz, aunque la sonrisa se le borró al notar que ya no había líquido en su lata. Continuó, a pesar de su disgusto—. ¿Piensas que ella siente algo por ti?

— No creo —suspiró, tendiéndole a su adverso su propia lata, que aún estaba medio llena, devolviéndole la alegría al rostro de Spring—. Ella solía estar muy pillada de Golden. También me parece que le ha gustado uno de los gemelos. Hasta a Bonnie le ha echado el ojo —la expresión de completo shock de su contrario le sacó una breve carcajada a Aiden—. Lo sé, sorprendente. Pero por mí, nada. Ni un titubeo.

solo un beso || foxtrap fnafhsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora