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— Oye, Fox —llamó Bonnie, haciendo que el nombrado levante la vista de la maleta en la que guardaba descuidadamente su ropa usada—. No me voy a sentar contigo en el autobús de regreso.

— ¿Ah? ¿Cómo así? —inquirió.

— Voy a sentarme con Bon, tenemos que ponernos al día.

Aiden chasqueó la lengua, burlón.

— Ah, claro. Seguro tenéis muchísimo que hablar sobre Francia con Bonsua. ¿Le puedes preguntar de mi parte si las palomas allá tienen boinas y mostachos? Que me pica la curiosidad.

— Seguro —rodó los ojos con diversión—. ¿Con quién crees que te puedes sentar?

— En el mejor de los casos, me quedo con el asiento libre. En el peor, Felix decide sentarse a mi lado —Bonnie rió recordando el "incidente-RCP" del que le informaron hace poco.

— O se sienta a tu lado Spring, que no hay diferencia porque cualquiera de los dos a lo mejor se quedó con ganas de seguirte besando.

El rostro de Aiden era un símil de su cabello. Bonnie intentaba con todas sus fuerzas no reírse.

— Sé que te rompo mucho los huevos con esto, pero ahora va en serio. ¿Seguro que vosotros no tenéis algo? Solo es cosa de decir su nombre y te pones rojo.

— Sí, Bonnie, tenemos algo. Una amistad de años, como siempre te he dicho —rodó los ojos, intentando quitarle importancia—. Ni siquiera me van los tíos, así que en vez de querer andarme arrastrando a tu onda, ponte a arreglar tu situación con Bon.

— Acaba de volver a hablarme, no pidas cosas que no puedo cumplir.

— Allá tú.

   

Sintió que alguien se sentaba a su lado. Le daba un terror inmenso voltearse a ver quién era. Pero eventualmente tuvo que hacerlo, cuando escuchó una voz difusa tras la música en sus oídos. Presionó el botoncito de los audífonos, pausando el dispositivo, y giró hacia quien le hablaba. Ojos plata y lunar sobre el labio.

— ¿Qué escuchas? —preguntó y solo volver a oír su voz por primera vez desde la noche anterior le provocó un vuelco en el estómago.

— Lo de siempre —se retiró el izquierdo y lo extendió hacia él, presionando de nuevo el botón de play—. ¿Quieres?

— Claro —recibió el audífono y sonrió al acercarlo a su oído—. Eh, me gusta esta canción.

— Siempre dices eso cuando te ofrezco oír música —rió por la nariz y el otro se encogió de hombros.

— Tienes buen gusto.

Spring se bajó el gorro del abrigo y se colocó tras la oreja un mechón de cabello, pudiendo colocarse apropiadamente el dispositivo. Aiden no le quitaba los ojos de encima, y se preguntaba cómo para él era tan fácil hacer como si nada hubiera pasado. Es que a lo mejor es verdad, no fue nada importante, un beso entre amigos nacido en medio de un juego tonto de adolescentes.

Vio cómo cerraba los ojos y asentía al ritmo de la música, esbozando una sonrisa sutil. A Aiden siempre le ha gustado ver aquella sonrisa. Había algo calmante en ella, pero ahora no era el caso, porque no veía solo su sonrisa, se fijaba es sus labios. Solo los sintió por unos segundos, pero descubrió que eran suaves, y en ese momento tenían gusto dulce debido a que poco antes habían estado comiendo chucherías. ¿A qué sabrán ahora?

Spring volteó hacia él, bajándolo de la nube.

— ¿Pasa algo?

— Nada —se hundió en el asiento e intentó mirar a otro lado, pero pudo sentir aún a su lado la sonrisa divertida de su amigo.

— Bro, no sabes la suerte que tengo de que me hayan permitido venir en el autobús con ustedes aunque no soy de la escuela. Me tendría que haber devuelto pidiendo ride y eso es jodido.

— Ya, es que con lo tonto que eres te hubieras subido en cualquier cosa y habrías amanecido quién sabe dónde.

— No tengo la confianza tan ciega —rodó los ojos.

— Ajá. ¿Cuánto es que te han pagado los ancianos locos de la cabaña esa?

Touché.

Spring seguía sonriendo, como siempre, tal y como a Aiden le gustaba, ahora más que nunca. Y Fox se preguntaba seriamente si su amigo notaba lo fijo que miraba sus labios.

A pesar de que podía jurar y perjurar que no le gustaban los hombres, solo había compartido besos con los mismos. Pero esta era la primera vez que la experiencia no resultaba traumática o cuanto menos, desagradable. De hecho, si lo hicieran escoger para repetir alguno, no dudaría dos veces antes de escoger a Spring.

— ¿Tienes comida? —escuchó su voz de nuevo, jalándolo de las nubes y estrellándolo contra el suelo. ¿Qué rayos estaba pensando?— Se me acabaron los tomates en el campamento.

— Creo que tengo una barra por aquí —tomó su maleta del suelo y empezó a rebuscar entre sus cosas.

Tenía la cabeza demasiado nublada de tonterías. Capaz el poco alcohol que había consumido la noche anterior, colado en las maletas de algunos estudiantes, le estaba haciendo recién efecto y empañando su raciocinio.

¿Qué de tan especial tiene un beso, al final del día? ¿Por qué tiene que cambiar las cosas? ¿Por qué tienen que cambiar para él? De pronto se sentía de nuevo como aquel niño del orfanato al que le ardían las mejillas cuando su nuevo mejor amigo le sonreía o lo trataba con ternura. Pero eso no podía ser, porque cuando ocurrió eso él era un niño pequeño, estaba vulnerable y seguramente confundido. Ahora había crecido y tenía bien en claro sus sentimientos.

¿Verdad?

¿Y si no?

De pronto se sintió sofocado, mala suerte que no permitían abrir la ventana en el viaje de autobús. ¡Ni que fuera avión!

Por fin encontró la condenada barra y se la extendió a su adjunto. Y claro, ahora se suscitaba el estúpido cliché de sus dedos rozándose por unos segundos y sentir que el mundo se detiene y tu estómago se llena de mariposas.

Una de las pocas cosas buenas de estar distanciado con Meg, es que lograron cortar los viernes de películas —Aiden no admitirá que le encantaban y que se le han salido lagrimillas unas ocasiones, y que los extraña—, estaba afectándole la cursilería que veía en la pantalla. En cualquier momento le daría un infarto si el corazón le seguía latiendo así.

solo un beso || foxtrap fnafhsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora