Prólogo

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No podía sacarme la cara de William de la cabeza. Esa estúpida sonrisa suya crecía más y más mientras me apretaba el cuello. La sangre que perdí no era nada comparada con las marcas de sus dedos en mi garganta. Los moretones apenas estaban empezando a bajar, y ya había pasado dos semanas.

Después de salir del hospital, no hice más que tirarme en la cama a morir. No sabía nada de Ciro ni de Andra, y eso me tenía al borde. Pero tampoco tenía noticias de Alessa, lo que solo podía significar que, por ahora, todo estaba bien.

Respirar profundo duele, respirar despacio duele. Literalmente, me doy asco. Intenté moverme, pero el pinchazo en mis costillas me detuvo. Me removí en la cama para alcanzar el teléfono, que vibraba sin parar. Al ver la pantalla, supe que tenía razón: el número desconocido me dio la motivación que necesitaba para levantarme. Dejé que dejara de sonar y no contesté.

Fui directo al baño, y lo que vi en el espejo me hizo cerrar los ojos. Tenía la herida abierta. La camisa estaba mojada justo donde la daga marroquí de William me había perforado el estómago. La sangre había traspasado el vendaje que me puse a mitad de la madrugada. Tendría que volver a cerrar la herida, como lo había hecho tres días atrás. Mi piel estaba hinchada, y todo lo que veía era la sangre brotando por un pequeño hueco. Lo bueno es que parecía como si me hubieran operado del apéndice.

Al quitarme el vendaje, sentí cómo la presión se disipaba lentamente, dejándome con un dolor apenas tolerable, sintiendo cada latido en la herida. Busqué rápidamente en el botiquín, y al ver que casi no tenía nada, tomé las últimas tres aspirinas que me quedaban para calmar el dolor que no me dejaba ni pararme derecha.

Abrí la botella de clorhexidina y vertí un poco sobre la herida. No me importaba manchar el pantalón; lo único que quería era que esto sanara de una vez. A los pocos segundos, la sangre empezó a coagularse, así que abrí el grifo y, sin mucho cuidado, eché un poco de agua sobre la herida.

No pensé que dolería tanto pasar un trapo por encima, pero lo hice, y fue lo peor que pude haber imaginado. Volví a echar lo que me quedaba, y al ver que la herida comenzaba a ponerse pegajosa otra vez, me vendé de nuevo y salí. Me estaba vistiendo cuando noté que mi teléfono tenía un mensaje: "Repórtate."

Rodé los ojos y me quité la ropa ensangrentada. Sabía que no estaba lista, y que no lo estaría en las próximas dos semanas. Así que apagué el teléfono. La pulsera de Andra seguía intacta, y eso era lo que importaba. Ella y Ciro sabrían que estaba bien.

Las luces parpadeaban en el techo mientras me dejaba caer en la cama. El dolor aumentaba, pero la adrenalina lo mantenía bajo control. Mis pensamientos iban y venían, entre el alivio temporal y la creciente ansiedad por lo que vendría después.

"Repórtate." Esa palabra seguía resonando en mi mente, y aunque había apagado el teléfono, sabía que no podría ignorarlo por mucho tiempo. Alonzo no era alguien a quien se le pudiera dar la espalda, no sin consecuencias. Miré la pulsera en mi muñeca, la única conexión tangible con Ciro. Ellos estaban en algún lugar, y si no tenía noticias, era porque estaban en movimiento. O escondidos.

Intenté distraerme repasando lo poco que me quedaba por hacer. Tenía que mantenerme fuera del radar, al menos hasta poder caminar sin que el dolor me dejara sin aliento. Aunque el mensaje exigía acción, no podía apresurarme. No en este estado.

El suave golpeteo en la puerta interrumpió mis pensamientos. No esperaba visitas. Me congelé por un segundo, sintiendo el pulso acelerarse. El sonido era suave, insistente, pero no amenazante.

Cojeé hacia la puerta, asegurándome de tener algo a mano para defenderme si era necesario. Al abrir una rendija, lo vi. Un sobre amarillo, con mi nombre escrito a mano en letras pequeñas y cuidadosas. Lo recogí rápidamente y cerré la puerta, con la respiración acelerada.

De vuelta en la cama, abrí el sobre con cuidado. Adentro, solo había una nota: "Es hora."

Sabía lo que significaba.


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Amor & Crimen: La Sombra del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora