Capítulo 1; el primer regalo

431 50 126
                                    


𓃠

𓃠

𓃠

Una noche sombría y nebulosa, una figura pasó corriendo por los pasillos de la pirámide madre, directamente hacia las catacumbas prohibidas de los dioses caídos.

Era egipto, un dios antiguo con apariencia adulta-juvenil, con el cuerpo bien formado, pecho y torso gruesos como rocas, brazos y pantorillas bien definidas y cintura delgada, cabellos rojizos, largos hasta la espalda, piel completamente negra, una hermosura estelar con los gelogrificos dorados tallados en ella, con las típicas ropas antiguas de los dioses egipcios, y con el casco de animal representativo de Ra, un halcón, pero siempre tenía el derecho de cambiarlo por el del perro, o el del gato, o el del lagarto, era libre su decisión, puesto que eran muchos dioses dentro de un solo cuerpo, unidos como uno solo.

Entre las tumbas sagradas de los dioses caídos estaba su padre, Ra, Imperio Egipcio para los amigos...pero ese era el dilema, él no tuvo amigos; los veía a todos como inferiores, los veía como enemigos, su avaricia por el poder lo llevó a retar a su creador, al creador de todo, Destino, lo llevó hacia su destrucción. Lo único que le quedaba ahora era el legado de su padre...no fue el mejor, claro que no, pero ahora que está navegando en las aguas del infinito espacio, él se encargará de ser aún mejor de lo que fue Ra.

Se encargará de terminar el trabajo.

Después de darle unos breves minutos de silencio a la tumba donde estaba la momia de su padre, pasó a la pequeña esfinge de gato negro que estaba de adorno, aunque no solo era eso, sino un guardián espiritual que vigilaba que nadie desconocido entrara y de robara los tesoros más codiciados del mundo, ni descubriera los secretos más oscuros de la existencia.

Tocó con delicadeza la figura bien tallada del gato, susurrando unas palabras en lenguaje egipto antiguo, incomprensible para muchos, acompañado de un pequeño grani de café, recogido en la presentación de hace unos días, provenientes de la primera rama que Colombia creó, de ahí surgió un humo color verde que poco a poco se fue introduciendo dentro de los orificios de la pequeña estatua: nariz, ojos, orejas y boca. Se apartó unos metros, esperando el resultado de su conjuro. En cuanto el soporte de la piedra donde estaba situada la estatua comenzó a temblar, sonrió triunfante.

Ésta explotó en piedra, dando paso al polvo y más humo verde inundó la antigua habitación, haciéndole toser un poco, apartando el humo y polvo de su vista con su mano, abanicando levemente, ansioso por ver a su nueva creación.

Allí estaba, una figura humana con cola y orejas de gato, el mismo de la esfinge antes mencionada. Paseó su mirada curiosa por el nuevo cuerpo creado, pies pequeños, muslos gruesos...y oh, parecía que el gato era hembra, cintura delgada y caderas redondas, torso delgado, pecho plano y un rostro hermoso, con unos ojos rubíes llenos de misterios, piel verde como el pasto y cabellos azules como el mar.

—¿Quién se atreve a convocar al guardián ancestral?, preséntate, inmortal, y explícate—

Habló con voz ancestral el individuo, eran varias voces unidas, así que no sabría si decir si era hombre o mujer...tal vez ambas...o tal vez ningúna.

—Mi nombre es Egipto, representante de todos los dioses egipcios, Hijo de Imperio Egipcio, tercer hijo de Destino—

La estatua...o bueno, la ex-estatua lo juzgó con la mirada por unos micro-segundos, luego se arrodilló ante el dios, alimentando sin malas intenciones su ego.

— Jóven amo, ¿en qué puedo servirle?—

—Levántate—

La figura humana-gatuna obedeció sin rechistar, quedando cara a cara con el herdero de su antiguo amo. Imperio Egipcio una vez encontró a un gato negro en el desierto, a punto de morir de deshidratación, pero tuvo piedad y lo salvó, lo llevó consigo y le proporcionó la mejor vida que cualquier ser vivo que haya conocido pudiera tener, incluso bendiciendole con el don de la humanidad, le dió razonamiento humano y le permitió cambiar su forma para que explorara el mundo de diferentes maneras; con el tiempo se convirtió en su amante y fiel servidor, estando allí como una simple mascota cuando nació el pequeño Egipto, siempre vigilandole, también estando en los últimos momentos de vida del emperador, cuando la batalla contra Destino surgió, éste le perdonó la vida, y le dijo.

 𓁹𓆙𓃠°• 𝔐𝔶 𝔓𝔥𝔞𝔯𝔞𝔬𝔥•° 𓀿𓀐𓀡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora