-sé que te gusta lo que ves- dijo con un tono picarón.
-volteate- dijo acercándose a mí.
Sentí sus manos en mis hombros y me volteé a verlo...
Este Juan...
Estaba totalmente encuerado aún... y me hace dirigirme a verlo.
Miro hacia abajo para disimular mi sonrojo y él me toma por el mentón.
-Tn, sé mía- dijo son un tono DEMASIADO seductor.
-John... No..., Apenas nos conocemos, y... Nada, vístete, que carajo te pasa?- dije seria.
-¿What?...
-que te vistas John, no deberías andar así por la casa- le dije poniendo en su pecho una remera XL y unos pantalones de chico que encontré.
No dijo nada más y se fue a vestir al baño, yo solo me puse a pensar en que no debería tocar esos calzones...
Pasó un rato y llegó vestido.
-ya estoy- dijo sin el ánimo de antes.
-te queda bien esa ropa- le dije, me daba un poco de miedo verlo así.
-en serio? Te gusta??- dijo ya emocionado.
-sii, me encanta- dije, me bajaban gotas de sudor por la cara.
-usaste el champú que había en el estante?- le preguntó.
-el que?
-. . .
-el bote azul?
-si
-No, ah, supongo que no te has lavado el pelo.
-para que?
-ya empiezas! Ven!- dije y lo arrastré hasta el lavadero.
En el lavadero hay una pileta la cuál podría usar para lavarle el cabello sin que se moje por completo.
-mira, agáchate un poco, baja la cabeza y así te lavo yo, va?
-sii- dijo emocionado, presencié como se levantaba el gigante en el pantalón que usaba.
Ay Dios- pensé.
-bueno, cierra los ojos porque como te cae esta madre vas a ver a San Pedro- le dije y le jalé la cabeza a la pileta.
Empieza a hablarme y parecían gárgaras ya que le caía agua en la cara, yo no le entendí nada hasta que empezó como que a quejarse.
Levanta su cabeza y veo sus ojos rojos, ay Dios, casi me da un patatú ahí mismo.
-¡John!
-mis ojos
-tranquilo- le dije y volvió a metro su cabeza en la pileta.
Ahora que lo pienso, ¿cómo llegué a esto? Hace unas horas ni lo conocí, y ahora está en mi casa, ¿acaso esto es una coincidencia?
Este tipo es bien raro, así nomás me empezó a seguir por toda la escuela ya decir cosas lindas o raras, ni siquiera sé su nombre, sólo se hace llamar como los cadáveres no identificados... John Doe.
-bwghagewbe- escucho sacándome de mis pensamientos.
-ah! Perdón - le dije soltándolo.
Casi lo mato, estaba tan sumida en mis pensamientos que la pileta estaba llena de agua y yo empujaba su cabeza haciendo que se ahogue.
-disculpame, discúlpame! ¿Estás bien??- preguntó preocupada.
-eso...
Ay Dios, hasta aquí llegué.
