Capítulo 3: Yo soy todo lo contrario
Siempre me culpé de todo. Siempre pensé, que si yo nunca hubiera nacido, mi madre se habría quedado, habría intentado hacerse cargo de Carola. Pero a la segunda violacion nos dio por perdidas. Nunca he tenido una familia de verdad. Y nunca he intentado tenerla.
Mi padre está en la cárcel desde hace años y mi madre nos abandonó a carola y a mí nada más yo nacer.
Desde pequeña Carola siempre ha sido mi punto de apoyo. Siempre ha cuidado de mí. Es de esas personas que son buenas sin más. De esas que sabes que siempre te van a ayudar a pesar de como estén en verdad. Es transparente, pero con carácter, es calmada, inteligente, y amable, es la persona ideal. Y yo soy todo lo contrario. Siempre le doy mil vueltas a todo, sobrepienso la situación de cosas que igual no pasan. Me preocupo demasiado, no se priorizar las cosas y por eso no estoy sana.
El remordimiento y la culpa me carcomen por dentro. Algunas veces pienso que podría haber tenido una vida normal, como esas de las películas. Con pelo rubio y ojos claros, en una calle donde todas las casas son iguales, donde tus vecinos son tus amigos, donde en el instituto todos te hablan y te hacen reír. Una vida aburrida, puede ser. Pero normal. Y mi vida es todo lo contrario. Soy morena con ojos marrones, no tengo vecinos, y en el instituto siempre hacen comentarios sobre mis padres. Carola y yo somos las únicas que sabemos la verdad sobre nuestra familia. Para los demás solo somos dos huérfanas a las que nadie quiere. Pero a pesar de todo eso, la vida de Carola no es así. Ella sí que tiene esa vida normal y aburrida. Ella sí. Y yo no.
Me duele en parte no ser como ella y no saber cómo hacerlo. ¿Qué he hecho tan mal? Porque somos tan iguales pero tan diferentes a la vez? En parte le tengo envidia, anhelo ser ella, ser popular, que me inviten a fiestas, quedar con tus amigos, socializar. En cambio, a mi nadie me habla, nadie se acerca. Los fines de semana leo, estudio, trabajo o duermo. Me siento sola, a pesar de estar rodeada de gente. Todas mis actividades son solitarias, tristes y aburridas. Menos una.
La noches del viernes. Esas noches siento que soy parte de algo más grande que yo. Me siento feliz, completa, acompañada. Y gracias a Carola. Porque ella sabe como arreglárselas para sacarle una sonrisa a alguien. Lástima que yo no pueda hacer eso con ella.
