Prólogo

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El corazón me bombea demasiado fuerte debido a la adrenalina pero me encanta la sensación de que todo vaya tan rápido. No puedo parar y siempre debo seguir sin mirar atrás ni un segundo sin importar todo lo que se quede atrás. A veces los corazones rotos por más que quieras dejarlos atrás te persiguen para hundirte para tu decides como te afecta, si te hundes hasta no poder respirar, o huir y seguir como si nada.

Soy del que piensa que lo mejor es la segunda opción, aunque la ansiedad me ahogue y la soledad me torture. Ser corredor de carreras te somete a mucha presión y ser reconocido te da beneficios. Ser conocido por tu trabajo es algo maravilloso y que agradezco todos los días pero a pesar de tener tanta gente a mi alrededor me siento vacío por dentro. Terminar una carrera donde sales victorioso y que todo el mundo te felicite es genial pero cuando llegas a casa recuerdas que no tienes a nadie con quien celebrarlo. En mi caso solo quiero celebrarlo con alguien, en concreto, alguien que su corazón no me pertenece por ser tan diferentes. Y es que ella era la única que me veía en mi soledad y fue ella quién me guió.

Desde el primer momento que cruzamos miradas, su sonrisa tímida y sus ojos caramelos se grabaron en mi retina no ha salido de ahí en ningún momento. Es doloroso estar enamorado de alguien y tener que fingir tus sentimientos. Aunque es más doloroso quererlo todo con ella y no poder ni tocarla.

Y si, hablo de ella, de la chica que me robó el corazón a pesar de no cruzar palabra. Y es que para mi, aunque me niegue aceptarlo en voz alta, ella es el destino final de esta carrera que parece no acabar. Solo doy vueltas como en la pista tratando de llegar a la meta pero cada vez que me acerco se aleja más.

Hasta esa noche. Llegué a la meta aunque fuera tarde pero conseguí mi premio dejando demasiadas cosas atrás que aparecieron de nuevo en mi camino en esta carrera.

Perfect twoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora