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Venganzas.

Jerome.

La última vez que tuve fe de que la poción iba a servir fue en Elaine, desafortunadamente ella ya estaba muerta, la segunda cuando mi chica dijo que tomo la poción pero por la maldición la vomito.

MALDITA SEAS HELGA.

Ver a Harriet semi inconsciente y con Will encima de ella apuntó de matarla sentí que debí salvarla rápidamente, no iba a cometer el mismo error.

Las palabras de mi hermana taladran mi cabeza. No tengo idea de que hacer para que Harriet dure conmigo, para que no sufra más de que muchos la quieren ver muerta.

Todo eso cambiará en tres días cuando anuncie que Harriet será mi mujer, durante esos tres días debo encontrar algo en Polonia.

-te voy a extrañar.-dice sujetando mis manos, estamos en el aeropuerto, armando una escena de pareja.

-son solo 3 días.-digo y ella se encoge de hombros haciendo un puchero.-yo también te echaré de menos.

-y para que no lo hagas.-se acerca a mi oído.-te deje un recuerdo de mi en tu maleta.

-Muero por llegar y abrirla.-la beso en medio de todos.-Te adoro...

-Te amo.-dice y la suelto.

No volteo para despedirme desde lejos. Puesto a que no me gustaría verla por última vez.

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Hace años que no venía a Polonia por una simple razón de que estoy pisando el mismo terreno de una persona.

Estoy cerca de la costa, con vista a la isla donde está, uso los binoculares para observar la isla la cual uso como una prisión mágica.

Están preparando mi bote para ir de visita.

Lleva ahí muchos años desde que decidí que debe permanecer en esa prisión, por su seguridad y por la de mis hermanos, solo espero y no me odie por haberlo hecho aunque es lo más seguro ya que eso no se le hace a un...

-señor Trevelyan.-me hablan en la puerta.-estamos listos para partir.

Tomo las dos bolsas que tengo, las dos cajas enormes de provisiones, subimos al bote y encienden el motor. Navegamos hacia la isla que está delante de nosotros, aún no llego y siento los mismos nervios cuando la visito.

Llegamos y toco la arena al pisarla, alisó mi traje y camino hacia las palmeras que ocultan adentro la entrada, recitó el conjuro que aparta la piedra enorme, los escalones yacen debajo de mí para bajar.

-¡¿quien osa a visitarme?!.-gritan, termino de bajar y me ve con una sonrisa de ironía.-pero si es el que me encerró aquí.

-Entiéndelo que era por tu bien.-digo y se pone a reír. Sus ojos tienen odio hacia mi.

Está detrás de una rejas resistentes a hechizos y si los intenta forzar o romper le queman las manos, ahí adentro no puede usar su magia para nada.

-Te traje más cosas.-las bolsas traspasan las barras pasando a su lado. Tiene todo lo necesario para vivir aquí, comida, cama, ropa, baño, cosas personales proporcionadas por mi.

ANHELO, MALDICIÓN (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora