1. Prólogo

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"Lily era una niña pequeña, asustada de este gran y ancho mundo"...

Aquella frase surcaba mis pensamientos, una y otra vez, ojalá pudiera decir que el asunto es que la melodía es bastante pegadiza, casi embriagante, pero vamos, ¿A quién quiero engañar?. De seguro no a mí misma.

Puede que hayan pasado unas dos, quizás tres otras desde que él cruzó aquella puerta sobre la cual mi cabeza reposa en este momento, no puedo saberlo con exactitud si solo me baso en la noción eterna de las manecillas del reloj golpeando y haciendo eco en el silencio que inunda la casa, nuestra casa.

_"Tú me obligaste a esto princesa, sabes que odio lastimarte ".

El dolor en mi cuerpo es tan familiar, tan cercano, tan "normal", creo que en este punto podría decir que es un hogar para mí, después del dolor no hay nada más, no hay nada peor.

Estaría riendo irónicamente de mis absurdos y torcidos pensamientos, porque sí, aún soy lo suficientemente cuerda para burlarme de mí misma y de lo absurdo que es todo el lío en mi cabeza, lo haría si mis labios partidos no escocieran hasta morir, junto con el moretón tan jodidamente doloroso situado en el pómulo derecho. Dios, es tan malditamente lamentable que debo controlar el ritmo de mi respiración si quiero evitar las consecuencias de los golpes esparcidos en mi abdomen y tórax.

_"Te estoy dando amor bebé, ¿Te gusta?".

Bastardo, el amor no debe lucir de esta forma, al menos debería poder ponerme de pie justo ahora, ¿Verdad, amor?, perdón, Amo. Gracias al cielo que no estás aquí, me matarías por ese pequeño gran error.

Creo que podría quedarme dormida aquí, en esta habitación oscura, de paredes grisáceas y ventanas inexistentes, "así es mejor" o eso fue lo que dijiste, con el cuchillo ensangrentado a dos metros de mi cuerpo inerte y adolorido.

Quizás, solo quizás si te espero aquí al pie de la puerta pueda hacer que me perdones, recuerdo perfectamente todas esas veces en las que logré obtener un poco de compasión, que tuviera que estar de rodillas para hacerlo o hacer aquellas cosas...aquellas cosas de las cuales tengo prohibido hablar, fueron cosas pequeñas e insignificantes comparados con el alivio y la seguridad del perdón. Aprendí algunas cosas en estos cuatro años, puedo usarlas esta vez.

Han pasado ocho horas desde que te fuiste, lo supe con certeza cuando escuché una alarma proveniente de mi propio celular, la cual sonó y sonó hasta que finalmente cesó por su cuenta, no sin antes despertarme del profundo letargo que me abrazaba, sin idea clara de si era sueño, hambre, extenuación o una mezcla de todo junto, como sea, no iba a moverme por nada del mundo de este lugar, no voy a perder esta oportunidad por nada... Y claro, también esta el detalle de las bonitas cadenas de un metal pesado que unen mis manos en una cerradura triángular, de la cual, como si se tratase de un artilugio de tortura medieval, parte otra cadena que se bifurca en dos extremidades más, con terminación en unos, también muy bonitos grilletes.

_"Te compré algo Lily, prometo que lo vas a amar."

Cabrón, lo hubiera amado si no estuvieran dejando marcas alrededor de mis muñecas, marcas sobre otras marcas ya previamente hechas y sanadas, y la misma historia con mis tobillos. Pero está bien, mirando el lado positivo de todo, al menos no usaste la pieza del cuello, de haberlo hecho estaría luchando por respirar también. En el fondo no eres tan malo, ¿Verdad?.

No se exactamente en que momento las lágrimas volvieron a su recorrido habitual, tan habitual que simplemente ni siquiera noto su presencia hasta que las gotas llegan a caer y el llanto me comienza a ahogar entre sollozos y susurros que no van a ser escuchados por absolutamente nadie. Cierto, "alguien" No recuerdo la última vez que vi a alguien más además de él.

LA BESTIA EN MIS HUESOS©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora