Destino número 1: ¿Amor o manipulación?

10 0 0
                                    

Mi vida siempre fue de lo más común y casual, resaltaba en algunos aspectos como el hecho de que era una persona demasiado alegre e hiperactiva, mostrándome extrovertida con cualquier persona que llegara a mi vida y así sucedió con Yack, había sido el primero que llamó mi atención.

Lo conocí un día de primavera, en ese momento se festejaba la llegada de la estación y todos los adolescentes festejaban mojándose entre ellos o haciendo carros festivos, yo amaba esta clase de celebraciones porque me hacía tan feliz compartir con otros, me hizo tan feliz conocer a Yack.

Recuerdo que no me atrevía a hablarle, él era 5 años mayor y yo una niña sin experimentar aunque en momentos me mostré atrevida, ¿por qué? Le pedí que me diera su mano, ya que mi forma de cruzar la calle atentaba siempre con mi vida, Yack parece haberlo entendido, así que caminó a mi lado durante todo el transcurso, sudándole la mano con mi corazón temblando con la primera emoción de amor.

No fue mucho después que empezamos a salir; me acostumbré a sus cabellos castaños con olor a shampoo barato pero brillaba más que el mío, su rostro fino sin ningún tipo de imperfección, su mandíbula terminaba con una estética forma puntiaguda, haciendo resaltar ese rostro de hombre, ojos marrones increíblemente atrapantes y profundos, me enamoré de este hombre y fue el inicio de lo que serían años y años de manipulación.

A Yack siempre le gustaban cosas diferentes a mí, pero él me hizo creer que siempre su decisión era la correcta así que sí... Si él quería hacer algo, yo debía estar de acuerdo aunque no me gustara, y si yo quería hacer algo, no era productivo porque desperdiciábamos el tiempo, no podía negarme a su negación, solo asentir para que no me dejara sola en este mundo que quería lastimarme.

De pronto me volví una persona introvertida, si bien Yack no era celoso, no tenía motivos tampoco; si salía, era con él, si iba al colegio, era con él. Sentía que era el amor de mi vida, y por eso debía controlarla.

No fue mucho tiempo después, a mis 18 años cuando decidí mudarme con el hombre que me hizo tan feliz en esos años, Yack ya iba a la universidad y yo también quería, no obstante, se negó.

-Terminé el colegio con un buen promedio, ¿por qué no puedo asistir a la universidad?- Le expresé, con mi intento de sacar a flote la voluntad que poseía.

-Cariño...- Se acercó a abrazarme y me contuvo en sus brazos tan cálidos. -Sabes que tú me importas más que cualquier persona en el mundo, ¿verdad?-

-Claro que sí.- Asentí de forma hiperactiva. -Pero...¿Qué tiene que ver eso con ir a la universidad?-

-Es por ese motivo que no debes ir. No podré estar atento a ti porque estaré estudiando, y sabes que no te puedes mover por ti misma, te lastimarás, Alex.-

Apreté los labios del coraje, ¿qué tan incapaz me volví? No... que tan incapaz me volvió Yack.

-¿Y qué hago? ¿Trabajar?- Suspiré con pesadez.

-Así es, irás trabajar con mi mamá, su tienda de perfume queda cerca de mi universidad, podré dejarte y al salir te iré a buscar, es un plan perfecto.-

No quería trabajar, no tenía amigos en el mundo y era todo culpa de que todo el mundo quería lastimarme y alejarme de Yack, o al menos así lo pintó él. Había empezado la época de universidad, mi suegra aceptó a regañadientes darme trabajo y de paso me enseñó a cocinar, a dejar el hogar en condiciones para que fuese más fácil para Yack, estaba harta.

Tenía una vida feliz o al menos así me hizo creer esos años de sufrimiento. Un día me decidí a que no debía privarme de salir o divertirme, así que falté al trabajo para ir a un karaoke o esos lugares temáticos donde va la gente de mi edad. La visión era hermosa, mi sonrisa de oreja a oreja esta vez no era por compromiso sino por felicidad real y verdadera, mi yo extrovertida quería volver, sabía que no podía contenerlo más, ahí estaba tan cerca... tan lejos.

Volteé y me encontré con la mirada asustada de Yack.

-Alex, ¿te volviste loca? ¿Cómo te vas a ir así del trabajo?-

Retrocedí, nunca pensé que Yack me asustaría.

-¿Cómo me encontraste?- me llevé la mano al pecho, con los ojos abiertos como platos.

-Mi mamá te vio irte y le pedí que te siguiera.- Observé atrás del alto Yack y me percaté que ahí estaba la desgraciada de mi suegra haciéndose la extraña.

-Solo quería salir...-

-Vamos, mi amor, no eres una princesa encerrada, siempre puedes salir pero debes hacerlo conmigo Alex... No puedes moverte, ya te lo dije, no puedes pretender que te deje sola porque eres mi novia y nunca dejaría sola a mi ser más adorado.- Me acarició el rostro y me sentí la mujer más amada del mundo.

Llegué a casa disculpándome con ambos, con una culpa inmensa en el corazón, creyendo que había algo malo en mí, era cierto, mi mundo solo debía ser Yack y nadie más. Me recosté mirando el tejado unas cuantas horas, y me dormí. Cuando me desperté tenía una manta encima y como siempre Yack usaba mi teléfono, por eso nunca tenía batería, además de que no tenía ninguna red social porque según él, era basura para el cerebro y yo coincidía.

Posteriormente, a mis 20 años Yack estaba terminando su carrera, mientras yo estudiaba en secreto desde casa, porque él siempre me decía que era demasiado inteligente, que no era necesario aprender nada más. Sin la ayuda de nadie en el mundo, me encargué de aprender que realmente era UNA IDIOTA.

Estaba tan enojada conmigo misma, pero aún más con Yack... todo este jodido tiempo me había manipulado, y lo leí de un libro; que una persona te trate con amor no significa que te ame. En ese entonces vomitaba mucho, el coraje era muy grande, así que me animé.

-Yack, me voy.- le comenté parándome al lado de él, cerrando los puños.

-¿Adónde vamos?-

-Dije que me voy, no que iremos. Quiero terminar contigo.-

El silencio se volvió ensordecedor, mientras él estaba sentado en el sofá estudiando su profesorado, ni siquiera volteó a verme, pero eso me asustaba aún más.

-¿Me darías motivos?- Su voz grave y elegante me hacía enojar aún más.

-Los motivos son claros, no me dejas salir, no me dejas estudiar, trabajo por el sueldo mínimo y si no vas a permitir ser yo misma, prefiero no estar más contigo.-

Me temblaban las piernas y mi novio se levantó para abrazarme, sabía que esa calidez en su abrazo me hacía bajar mi rebeldía...Esta vez no funcionaba.

-Si es eso, puedes hacerlo, no te tengo con cadenas...pero mírate mi dulce niña.- Se alejó de mí para llevarme a un espejo. -Eres pequeña de cuerpo y altura, sería muy fácil agarrarte de un callejón y robarte tus pertenencias, sabes muy bien que de la universidad saldrías muy tarde.- suspiré con pesadez y continuó.

-Segundo, no tienes personalidad Alex, ¿crees que ser alegre te ayudará a enfrentarte a esas personas que te usarán? No, mi amor. Lo único que he hecho todo este tiempo es cuidarte y amarte.-

Me mordí los labios y me solté de su brazo.

-No me amas, lo único que amas es tener una muñeca a tu merced, pero se acabó, tus palabras pasivo-agresivo no funcionarán para manipularme. Tú y yo terminamos.-

Y me marché, graciosamente no volví a saber de él en unos meses. Lo que sucedió después, me hizo creer que este mundo realmente no quiere que me supere.




Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 20, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El tiempo de tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora