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Como cualquier otro día, un chico, cuyo nombre es Hansol, se encontraba en su lugar de trabajo, una tranquila y cómoda librería. Al él mismo considerarse alguien tranquilo y no muy ruidoso, creyó que ese sería su trabajo perfecto.
Hasta que una mañana un poco nublada, llegó alguien que era todo lo contrario a él, o eso parecía.
Justo ese mismo día habían llegado varias cajas llenas de libros nuevos, los cuales, por obvias razones, tendría que acomodar.
Cuando un tenue ruido rompió el cómodo silencio que rodeaba el lugar, Hansol optó por dejar de hacer su trabajo y así poder atender a la persona que había ingresado a su autoproclamada "zona".
Un jóven chico rubio, el cuál, cabe decir, no parecía mayor que él, fue quien cruzó la puerta. Parecía un poco alterado o molesto con la nada misma, o eso fue lo que eligió creer.
–Buenos dias, ¿En qué puedo ayudarlo? –fue lo primero en escucharse luego de unos segundos de silencio medio incómodo.
–Buenos dias –okey, la voz del muchacho contrario era demasiado bonita, junto a la muy leve sonrisa que se formó en su rostro luego de pronunciar esa corta oración, lograron distraer a Hansol de lo que se supone hacía. –, estoy buscando un libro sobre flores.–terminó por decir ya con tono serio.
–¿Un libro sobre flores? –respondió Hansol, más para sí mismo que para el rubio, a la vez que paseaba su mirada por los libros tratando de recordar. –No, no tenemos.–la seguridad con la que lo dijo logró descolocar al jóven rubio.
Que por cierto, nuestro querido rubio lleva el nombre de Seungkwan.
–¿Ninguno? –la duda era capaz de notarse desde lejos.
–No, jóven –pronunció negando con su cabeza también –;acá tenemos todos los libros sobre estantes, ninguno sobre flores.
El rostro serio de Hansol le daba a entender que hablaba con toda la seriedad posible, sin embargo, era obvio que no entendió a que se refería.
–Me parece que no entendiste.
–¿Cómo que no?
Bueno, si hablamos de paciencia, Seungkwan no se caracterizaba por ser muy paciente, tendía a desesperarse con rapidez, más si la persona frente a el era un poco (demasiado) distraída.
–No, no me entendiste. Busco un libro que hable de flores. –trató de explicarse un poco más que antes.
Hansol de nueva cuenta paseo su mirada por los libros.
–No, menos que menos.
Hansol trataba de entender al chico contrario, pero se distraía muy fácil, además, segun él, el rubio no parecía hablar con seriedad, es más, creía que sólo quería hacer que perdiera su tiempo en bobadas.
