Cinco.

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Rubén estaba sentado en una silla de metal frente a una mesa en una sala blanca

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Rubén estaba sentado en una silla de metal frente a una mesa en una sala blanca. Le habían dado una taza de chocolate caliente y un plato de galletas con chispas, pero él no había tocado ni lo uno ni lo otro, estaba mirando sus manos sobre la mesa, esperando a volver a saber de su madre.

La puerta se abrió haciendo que Rubén se girara a ver hacia aquel lugar, encontrando un hombre mayor bastante viejo a su parecer. Él se sentó en frente de él, en otra silla de metal, mirándole de la manera más dulce que podía para hacer sentir cómodo al niño, pero para el pequeño, estaba haciendo una mueca extraña y se sentía incómodo.

—Rubén.—Le llamó el mayor.—¿Cómo estás? ¿Necesitas algo más?

El menor guardó silencio, agachando la mirada a sus manos de nuevo. No confiaba en esa persona, no se sentía seguro en ese lugar, incluso si le dieron mantas y comida. Quería a su mamá.

El hombre delante suya intentó igualmente entablar una conversación con él, preguntándole si quería hablar de lo que pasó en el bosque, pero él nuevamente no abrió la boca. El hombre no podía avanzar con el interrogatorio si el pequeño no cooperaba, pero no podía obligarlo a hablar, no cuando un niño pasa tres días en una cueva escondido teniendo consigo unas barras de cereal y unas cuantas frutas.

Lo trato al menos durante una hora antes de que se rindiera. Era un niño de casi 5 años, tenerlo encerrado tanto tiempo tampoco era bueno. Así que el oficial se levantó y caminó hacia la salida, dejando al pequeño solo de nuevo en la habitación.

Desde afuera, el oficial a cargo del caso hablaba con un par de compañeros fuera de la habitación, comentando como fue imposible que el niño siquiera abriera la boca, conversación que llegó a los oídos del oficial Manute, el novato que había encontrado al pequeño escondido en aquella cueva.

Se acercó a sus superiores para saber como estaba el niño que había rescatado esa mañana, pero parecía que no podían avanzar nada con la investigación porque el chico se negaba a cooperar. Y fue entonces cuando tuvo una idea, y en un movimiento impulsivo, se acercó a sus superiores para hablar directamente con ellos.

Quizás fuese una idiotez, pero si funcionaba, podría ayudar a ese niño y, tal vez, por fin avanzar en su caso.

Quizás fuese una idiotez, pero si funcionaba, podría ayudar a ese niño y, tal vez, por fin avanzar en su caso

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✎ Cita Al Psicólogo [Karmaland AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora