- Now Playing : Line without a hook - - By: Ricky Montogemery -
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Soobin siempre que se sentía mal o necesitaba sentir algo de amor, leía alguna de las cartas, siempre que hacia eso soltaba un suspiro y ponía la carta sobre su pecho y mientras tanto con las rosas las tenía en un hermoso florero de cristal, ya las tenía ahí desde hace un tiempo y estas no parecían marchitarse, y siempre que las veía recordaba una historia que le contaba su abuela.
Flashback.
Estaba un pequeño soobin jugando en el patio de la casa de su abuela con algunos de sus juguetes, y después de un rato se aburrió y decidió entrar a la casa. Al entrar a la casa pudo visualizar a su abuela mirando tiernamente a un jarrón de cristal con algunas rosas.
- ¿Qué haces abuela? -Dijo con curiosidad el pequeño-
- Observar las hermosas rosas que me dio tu abuelo, pequeño.
Soobin la miro extrañado y simplemente soltó.
- Abuela ¿Por qué las rosas no se han marchitado? Por lo general estas marchitan muy rápido, y no duran mucho -dijo viéndola a los ojos-
- Ay mi pequeño soobinnie, te contare una pequeña de porque creemos que las rosas no se marchitan tan rápido ¿sí?
El solo asintió.
- Bueno hace muchísimos años había una bellísima princesa y se decía que todos los jóvenes príncipes y plebeyos la pretendían, y le mandaban flores y otros detalles y ella amablemente los recibía, pero cada vez que las ponía en un florero se marchitaban, finalmente decidió contactar a una bruja muy sabia, ya estando frente a ella pregunto: "¿Por qué las rosas que me mandan se marchitan tan rápido?" La bruja observo su angustia y dijo: "Ay pequeña princesa, se dice que cuando te mandan flores y se marchitan rápidamente es porque aquella persona no siente un amor verdadero por usted, mientras que las que duran mas tiempo de lo acordado es porque es amor de verdad."
- La princesa había escuchado atentamente a las palabras de aquella sabia bruja y se entristeció mucho, ya que pensaba que todos aquellos regalos eran porque la amaban de verdad, pero lamentablemente no era así. Ella simplemente agradeció y se marchó, días después le envían unas rosas, las pone en agua y al pasar de los días se da cuenta de que estas aún no se habían marchitado, por lo que mando a uno de sus guardias en busca del dueño de aquel bonito detalle.
- al encontrarlo cayo en un gran abismo amoroso por él, tanto que se casaron y tuvieron una preciosa familia.
- ¡Que lindo abuela! ¡Yo también quiero que me regalen flores y no se marchiten! -Dijo el pequeño niño emocionado y contento.
