Capítulo 5.

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Spreen regresó a su oficina luego de que todo el alboroto haya finalizado, abrió las puertas, encendió la luz y se petrificó en su sitio unos segundos al ver que ninguno de los Juanes estaba en la habitación.

—¡¿Juan?!— preguntó casi gritando. Entonces que el de bandana azul y el de traje gris se asomaron revelando su escondite, detrás de las librerías que estaban pegadas a ambas paredes, uno sosteniendo un arma de fuego y el otro uno de los grandes libros que había en el lugar, mientras tanto que el de uniforme verde salió de debajo del escritorio y por último la nutria salió del cajón de este.

Se relajó y suspiró de alivio, luego hizo un movimiento de cabeza para indicarles que lo siguieran, los cuatro abandonaron su escondite y obedecieron.

—¿Qué pasó?— preguntó el hombre de gris.

—Por ahora se fueron, pero van a volver por ustedes, no sé cuándo así que tenemos que estar atentos y hay que prepararnos— dijo dirigiéndose a la sala de espera. Al ver las sillas los humanos se sentaron en ellas y el animal se posicionó sobre el regazo del Juan vestido de verde, Spreen se posicionó frente a ellos— Tengo un lugar seguro donde puedo construir una base para ustedes en caso de que lleguen a atacar.

—¿Dónde?— preguntó el herido.

—Casi al final de este terreno hay una estatua mía, estoy seguro que puedo armar una base abajo de ella.

—¿Bajo tierra?— cuestionó la nutria, el oso asintió.

—Odio la oscuridad— comentó el del número en el pecho, Juan de azul bufó.

—Pues te aguantas, es nuestra vida o tus miedos.

—No le hables así— regañó la nutria— Solo iremos si es necesario y no te preocupes, con un par de antorchas estaremos bien allá abajo— utilizó su pata para masajear el brazo del humano.

La situación era tan extraña a los ojos del oso que tuvo que tomarse unos segundos para volver a hablar, todavía no se acostumbraba a ver más de un Juan y con personalidades tan diferentes.

—Ahm, entiendo que hay algunas cosas que no les van a gustar, pero es lo que hay que hacer, ellos son como veinte y yo soy uno protegiendo a cuatro personas... bueno, tres personas y una nutria— corrigió— Es una situación complicada, y si el Profeta decide meterse le basta con mandarme a la lava y se acabó, los van a agarrar.

El hombre de verde mordió su labio inferior antes de acariciar la cabeza de la nutria y asentir, sin mirar al híbrido a los ojos.

—Si tuviera mi brazo sano al menos seríamos dos contra veinte— comentó el de azul. Spreen le prestó atención a su herida notando que tenía un pedazo de la ropa de otro de los Juanes para detener el sangrado, y al parecer la herida se había abierto, pues una pequeña mancha de sangre se hacía resaltar en la tela.

—Vamos a curarte eso antes de que se infecte— dijo comenzando a caminar, todos se levantaron para seguirlo— Y espero que no les moleste, pero no puedo decirle Juan a todos, tengo que ponerles un apodo.

—Okay, quiero que me digan patrón— dijo el hombre de azul y el resto de los Juanes aguantó una risa.

—¿Patrón de qué? Si aquí ni donde caerte muerto tienes— habló el de gris intentando contener su risa, su contraparte se giró a verlo con molestia.

—No, los voy a llamar por colores— sentenció el oso, acercándose para alejar a ambos Juanes antes de que comenzaran una pelea.

—¿Por qué por colores?— preguntó la nutria.

—Porque sin contarte a vos todos tienen un color de ropa diferente— explicó bajando las escaleras, y ya en el primer piso, señaló a cada uno para comenzar a nombrarlos— Va a ser así; Juan Verde, Juan Azul, Juan Gris y Juan Nutria, ¿estamos?— los aludidos se miraron entre ellos unos segundos antes de asentir.

Destinos Fatales [Spruan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora