Capítulo 4

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En el instante en que la puerta había sido cerrada ante sus narices, Rayan inmediatamente había detectado que algo malo sucedería.

No fue solamente el hecho de que el alfa líder invitara a su despacho a un joven omega hermoso que no debería de estar presente en una reunión importante, fue más bien la sensación que le brindó los dos alfas que esperaban en el interior lo que le hizo ponerse alerta.

Su lobo le advertía que algo malo iba a suceder y él confiaba en el instinto de este, aunque parecía que el interés de su animal recaía demasiado en el omega un poco... Arrogante para su gusto.

Y cuando los gritos comenzaron junto con los disparos, el lobo alfa supo que había hecho bien al permanecer alerta e inmediatamente interrumpió en la habitación, ignorando las manos de su compañera que intentó retenerle y mantenerle afuera.

Tan pronto como entró, sus ojos grises recorrieron toda la escena ante él, y aun así, lo primero que hizo fue ir por el lobo omega al cual, uno de los alfas invitados se le acercaba sigilosamente con un arma punzante entre sus manos.

—Pero, ¿qué...? —balbuceó el cambiaformas omega, jadeante y con un pánico y horror que no pudo ocultar en su tono.

—No veas —pronunció volviendo a apresar el pequeño cuerpo entre sus brazos cuanto intentó apartarse.

Cubriendo los ojos de Troy, el alfa se aseguró de que el omega no contemplara como su alfa líder asesinaba a sangre fría al imbécil que había intentado herirlo.

El cuerpo delgado y pequeño se estremeció entre sus brazos cuando los gritos de dolor llenaron el lugar y luego, Troy se presionó más contra él, casi escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello.

Instintivamente gruñó amenazadoramente hacia la causante del temor en el omega, queriendo apartarlo y alejarlo de todo lo que podría asustarlo y también lastimarlo.

Sacudiendo el deseo de su lobo por secuestrar a dicho omega, Rayan lo apartó ligeramente para poder observarlo.

—¿Estás bien? —preguntó, con sus ojos recorriendo todo el cuerpo pequeño antes de concentrarse en su pálido rostro.

Uno, el cual había perdido todo rastro de arrogancia para ser reemplazado con el miedo en aquellos bonitos ojos azul violeta rodeado de unas pestañas largas que los enmarcaba a la perfección.

Su lobo simplemente reaccionó ante la vulnerabilidad que percibió en aquellos hermosos orbes y ladró queriendo proteger a dicho joven, pero antes de que pudieran intercambiar más palabras, el lobo omega había sido apartado de sus brazos en un solo movimiento que lo irritó.

Viendo al padre del joven revisarlo mientras expresaba su preocupación, Rayan quiso volver a acercarse al detectar una gota de sangre deslizándose por el costado del cuello del omega, pero una cosa le detuvo.

O mejor dicho, una persona.

Observando la mano que sostenía la suya, subió por el brazo y se encontró con el rostro de su compañera, quien, en ese momento, tenía una expresión demasiada tensa en ella.

Permitiendo que la cambiaformas beta tirara de él hasta tenerlo a su lado, Rayan no pudo hacer nada más que observar la escena desde lejos.

—¿Qué crees que estás haciendo? —espetó Alana en voz baja, apenas moviendo sus labios rojos.

—¿Qué hice? —preguntó en el mismo tono, haciéndose el desentendido.

En respuesta, su compañera le golpeó sutilmente en sus costillas, cubriéndolo con un falso abrazo amoroso.

Atrapando el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora